Entre sombras (2018)

“Entre sombras” (Shadows) no es, precisamente, una experiencia cinematográfica para los débiles de corazón, ni tampoco un thriller convencional lleno de giros argumentales que te mantengan al borde del asiento. Se trata, en su lugar, de una introspectiva y oscura exploración del trauma, la percepción y la vulnerabilidad, donde la ceguera de su protagonista, Sofia, se convierte en la ventana principal hacia un universo de violencia y secretos. La película, dirigida con una maestría sombría por Michael Winterbottom, no busca el espectáculo, sino la atmósfera y la sensación de incomodidad constante que emana de sus personajes y de su ambientación.

El guion, adaptado de la novela de Samantha Shannon, se centra en la lenta y metódica reconstrucción de la vida de Sofia, después de que una tragedia brutal la sumerja en un mar de incertidumbre. La narración, inicialmente confusa y fragmentada, logra ensamblar una imagen progresiva de los eventos que la llevaron a su situación actual. La película se apoya en la voz en off de Sofia, que describe su mundo a través de olores, sonidos y sensaciones, otorgándole a la ceguera una importancia fundamental. Este recurso no es meramente estilístico, sino que, a la vez, permite al espectador acceder a una dimensión de la realidad que, de otro modo, permanecería oculta.

Las actuaciones son, en su mayoría, sobresalientes. Noelia Guzmán, quien interpreta a Sofia, ofrece una interpretación conmovedora y honesta, transmitiendo la fragilidad y la determinación de su personaje con una sutileza impresionante. La ceguera no se convierte en un obstáculo para su actuación, sino en una herramienta para profundizar en la psicología de la protagonista. Las secundarias interpretaciones, como las de la actriz rusa Anastasia Kravchenko como Veronique, aportan matices al drama, aunque el desarrollo de algunos personajes podría haber sido más completo. Es evidente que la película, en su enfoque en la perspectiva central de Sofia, sacrifica algo de desarrollo para el resto del elenco.

En cuanto a la dirección, Michael Winterbottom ha logrado crear un ambiente opresivo y perturbador, utilizando la fotografía en tonos grises y oscuros para enfatizar la desorientación y el aislamiento de su protagonista. La banda sonora, minimalista y disonante, refuerza la sensación de amenaza latente. Sin embargo, a veces el ritmo de la película puede sentirse pausado, incluso lento, lo cual podría frustrar a algunos espectadores esperando un thriller más dinámico. Si bien la película no entrega soluciones fáciles ni explicaciones claras a todos los misterios, su fuerza reside en la presentación gradual de la verdad, dejando que el espectador se sumerja en la atmósfera de desesperación y desconfianza. Es una película que invita a la reflexión sobre la percepción y el impacto del trauma.

Nota: 7/10