Eraser (Eliminador) (1996)

“Eraser” (Eliminador), la nueva película de Bryan Singer, es un thriller de espías complejo y tenso que se aferra a la tensión con una determinación casi obsesiva. Si bien la historia, en su núcleo, es intrigante y podría haber sido mucho más audaz, la película ofrece una experiencia cinematográfica considerablemente satisfactoria, aunque no del todo revolucionaria. La dirección de Singer, generalmente conocida por su trabajo en “The Usual Suspects” y “X-Men”, demuestra su habilidad para construir atmósferas claustrofóbicas y mantener al espectador al borde del asiento, especialmente en las secuencias de persecución y los momentos de peligro inminente.

El guion, adaptado de la novela de Carl McGowan, se beneficia de una trama que se desarrolla poco a poco, revelando gradualmente la magnitud de la conspiración. El personaje de John Kruger, interpretado por Michael Pitt, es el corazón de la película. Pitt ofrece una actuación sutil pero convincente, transmitiendo la mezcla de pragmatismo, moralidad ambigua y un profundo arrepentimiento que define al protagonista. No es un héroe en el sentido tradicional, sino un hombre consumido por sus decisiones pasadas y forzado a tomar decisiones aún más difíciles para proteger a la víctima y, en cierto sentido, a sí mismo. El guion, sin embargo, recurre a veces a clichés del género, especialmente en las explicaciones sobre el funcionamiento del Programa Federal de Protección de Testigos, lo que resta a veces credibilidad al procedimiento.

La película se distingue por sus largos planos secuencia, especialmente en la escena del enfrentamiento inicial. Estos momentos de acción prolongada no solo elevan el nivel de tensión, sino que también permiten al espectador sumergirse en la realidad del entorno y de la situación de Kruger. La fotografía, con tonos oscuros y contrastados, refuerza la sensación de paranoia y desconfianza, mientras que la banda sonora de Podington Bear contribuye a crear una atmósfera inquietante y melancólica. A pesar de estas fortalezas, el ritmo de la película puede resultar pausado, y la segunda mitad podría haber beneficiado de una mayor agilidad narrativa. La complejidad de la trama y la necesidad de presentar la motivación de los antagonistas, aunque bien ejecutadas, a veces ralentizan la acción principal. La tensión se construye, sí, pero a veces necesita un empujón para mantener al espectador completamente enganchado.

Además, la película explora la naturaleza de la identidad, el recuerdo y la posibilidad de un nuevo comienzo. Kruger, al crear una nueva identidad para Lee Cullen, también está intentando redimirse por sus errores, lo que añade una capa de profundidad moral a la historia. Sin embargo, este elemento, aunque interesante, no siempre se articula con la mayor claridad. La película, en definitiva, es un thriller inteligente y bien ejecutado que, aunque no desafía por completo el género, ofrece una experiencia cinematográfica estimulante y memorable. Es una película que invita a la reflexión sobre las consecuencias de nuestras acciones y la fragilidad de la verdad.

Nota: 7/10