Ernest Va a la Cárcel (1990)

“Ernest Va a la Cárcel” (1988) es una comedia criminal que, a primera vista, podría pasar desapercibida en la filmografía de Stan Lee. Sin embargo, si se aborda con la perspectiva adecuada, se revela una pieza entretenida y sorprendentemente sofisticada, que a menudo supera las expectativas generadas por su premisa aparentemente sencilla. La película, dirigida por Francis Ford Coppola, quien aporta una sensibilidad visual y un control narrativo que a menudo se desconoce en sus trabajos más comerciales, logra un equilibrio notable entre el humor absurdo y una sutil crítica a la corrupción y la hipocresía.

La trama, centrada en Ernest Shirley (John Candy), un abogado de perfil bajo que accidentalmente se ve envuelto en el mundo del crimen gracias a su similitud física con un poderoso capo de la mafia, es la piedra angular de la película. La premisa es, como se ha dicho, básica, pero Coppola la transforma en un vehículo para explorar temas más profundos. El guion, coescrito por Coppola y otros, se basa en un humor que reside en la exageración, en situaciones grotescas y en diálogos ingeniosos, que a menudo se toman a la ligera, pero que funcionan sorprendentemente bien. La película no rehuye la comedia física, pero la utiliza con moderación, evitando caer en la caricatura pura y dura.

John Candy, como siempre, ofrece una actuación memorable. Su Ernest es un hombre mediocre, fácilmente influenciable y con un buen corazón, lo que lo convierte en un personaje con el que resulta fácil conectar. Su interpretación es honesta, vulnerable y llena de encanto. Sin embargo, el resto del reparto también brilla. Bill Murray, en el papel de la doble persona de Ernest, es absolutamente magistral. Su interpretación es rica en matices, mostrando tanto la arrogancia y la crueldad de su alter ego como las reflexiones internas que lo consumen. El resto del elenco, incluyendo a Harriet Sansome Harris, contribuye a crear un ambiente de locura y entretenimiento.

Visualmente, "Ernest Va a la Cárcel" es un festín para los ojos. Coppola emplea una fotografía rica en colores vibrantes, utilizando la luz y la sombra para crear atmósferas distintivas. La dirección artística es impecable, y la película está llena de detalles visuales que enriquecen la experiencia cinematográfica. El diseño de producción, con sus interiores lujosos y decadentes, refleja perfectamente la naturaleza corrupta del mundo en el que se mueve Ernest. Es una película que, más allá de la comedia, tiene una cierta elegancia visual que merece ser apreciada.

Aunque la trama puede parecer un poco lenta en algunos momentos, la película mantiene el interés del espectador gracias a su humor inteligente, sus actuaciones sólidas y su dirección magistral. “Ernest Va a la Cárcel” no es solo una comedia criminal, sino también una sátira mordaz sobre la ambición, la identidad y la moralidad. Es una película que invita a la reflexión y a la risa a partes iguales, un verdadero tesoro oculto del cine de los 80.

Nota: 7.5/10