Escalofrío en la noche (1971)

“Escalofrío en la noche” (Cold in the Night, en su título original) es una película que, a primera vista, parece la típica comedia de terror psicológico que se consume en las noches frías y con una taza de chocolate caliente. Sin embargo, tras una hora y media de suspense bien construido, se revela ser mucho más que eso: una exploración inquietante de la obsesión, el aislamiento y la fragilidad de la percepción. Dirigida por John Carpenter, un maestro del terror atmosférico, la película se beneficia enormemente de su estilo característico, logrando crear una sensación de opresión palpable y una atmósfera que te roza constantemente la piel.

La película sigue de cerca a Dave Garland, interpretado magistralmente por Michael Rooker. Rooker ofrece una actuación sutil pero poderosa, transmitiendo la creciente paranoia y la duda que invaden a Dave a medida que Evelyn, interpretada con una belleza inquietante por Adrienne Barbeau, se vuelve cada vez más insistente. Rooker no se limita a interpretar a un hombre que recibe llamadas de una extraña; captura la evolución de Dave, desde el interés cauteloso hasta el miedo paralizante, hasta la desesperación de no saber qué es real y qué es producto de su imaginación. La química entre Rooker y Barbeau, aunque no se basa en el romance convencional, es fundamental para la tensión constante que impregna la película.

El guion de Debra Hill, adaptado de un relato de Stephen King, se beneficia de una estructura deliberadamente lenta y gradual. No hay sustos fáciles ni jumpscares innecesarios. En cambio, Carpenter y Hill se concentran en construir una narrativa basada en la sugerencia y en el desarrollo de personajes complejos. La película no ofrece respuestas fáciles; en cambio, te deja con más preguntas que soluciones, permitiendo que tu propia mente complete los vacíos con sus propios miedos y ansiedades. La historia es ambigua, y la ambigüedad es, en este caso, una de sus mayores fortalezas. ¿Es Evelyn realmente una amenaza? ¿O la paranoia de Dave lo está consumiendo? El guion juega con la línea entre la realidad y la fantasía, desafiando al espectador a cuestionar lo que ve y a lo que siente.

La dirección de Carpenter es, como siempre, impecable. Su uso de la iluminación, particularmente en las escenas nocturnas, crea una atmósfera opresiva y claustrofóbica. La banda sonora, compuesta por el propio Carpenter, es sutil pero efectiva, complementando la inmersión en la historia. La película no se basa en efectos especiales extravagantes, sino en el poder del sonido y de la cinematografía para generar una sensación de incomodidad. La película no busca ser un terror visceral, sino un terror psicológico que reside en la mente del espectador. Es un ejemplo perfecto de cómo un director con una visión clara puede crear una película memorable, incluso con un presupuesto modesto.

Es una película que invita a la reflexión y que, a pesar de su duración, rara vez te deja indiferente. “Escalofrío en la noche” no es un espectáculo de terror para ir a dormir. Es una experiencia cinematográfica que te dejará con la sensación de que algo no está del todo bien, incluso después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar.

Nota: 7/10