Esfera (1998)

“Esfera” (Sphere), la reciente incursión de Oliver Stone en el género de ciencia ficción, no llega a ser una revolución cinematográfica, pero sí ofrece una experiencia tensa y perturbadora que, a pesar de sus fallos técnicos, logra generar un inquietante claustrofobia y un debate sobre la naturaleza humana y la fe.

Stone, conocido por su rigor documental y su inclinación por temas controvertidos, se adentra en un escenario que, en principio, podría parecer simple: un equipo de científicos investiga un objeto misterioso en una nave submarina abandonada. Sin embargo, la película va mucho más allá de la mera presentación de un enigma. La dirección de Stone, aunque no siempre impecable, es notable por su manejo del suspense y la atmósfera. El uso del sonido, especialmente en las escenas subacuáticas, es magistral, creando una sensación constante de peligro y vulnerabilidad. La iluminación, con predominancia de tonos azules y grises, contribuye a la sensación de opresión y desconexión de la realidad. Hay momentos donde la cámara, lenta y deliberada, acentúa el miedo, evitando soluciones fáciles o explicaciones simplistas. El resultado es un ambiente claustrofóbico que se siente profundamente.

Las actuaciones son generalmente sólidas. Michael Shannon, como el protagonista, es excepcionalmente convincente como un hombre consumido por la culpa y la obsesión. Su interpretación transmite un dolor y una desesperación palpables que son el núcleo emocional de la película. Rebecca Ferguson, en el papel de la científica, aporta una presencia fuerte y una credibilidad que contrastan con la creciente locura que la rodea. James D’Arcy, como el capitán, ofrece un personaje entrañable, aunque su desarrollo se queda ligeramente plano. No obstante, el elenco en general se adapta bien al tono sombrío y amenazante de la historia. Se nota que, aunque el guion tenga algunas fallas, el equipo ha sabido capturar la fragilidad de los personajes frente al desconocido.

El guion, sin embargo, es el punto débil más evidente de “Esfera”. Si bien la premisa es intrigante, la construcción de la historia se vuelve confusa en varios momentos. Algunos diálogos son torpes y poco naturales, mientras que la resolución del misterio, aunque visualmente impactante, carece de profundidad y se siente apresurada. La película se enfoca demasiado en la experiencia sensorial y psicológica de los personajes, descuidando un desarrollo narrativo más sólido. Es claro que la intención era crear una experiencia que pusiera en tela de juicio los límites de la fe y la percepción, pero la ejecución no siempre consigue transmitir esa ambición. Se podría haber dado más peso a las motivaciones de los personajes y a las implicaciones más amplias del descubrimiento.

En definitiva, “Esfera” es una película que invita a la reflexión, que genera inquietud y que ofrece un espectáculo visualmente impresionante. No es una obra maestra, pero sí un experimento cinematográfico interesante que, a pesar de sus limitaciones, merece la pena ser vista por aquellos que disfrutan del género y buscan una experiencia más allá del entretenimiento superficial. La ambición de Stone es innegable y, a pesar de no alcanzar la perfección, "Esfera" deja una impresión duradera.

Nota: 6/10