Eso (1997)

“Eso”, la última película de José Luis Cíocho, no es precisamente una obra maestra que marque un antes y un después en el género de la comedia romántica. Sin embargo, es una película que merece la pena analizar por su singularidad y el evidente esfuerzo del director por romper con las convenciones del formato. La película, en esencia, narra la historia de Domingo, un hombre de mediana edad que, atormentado por su virgenidad, busca desesperadamente una oportunidad para romper con su "maldición". Esta búsqueda lo lleva a un trabajo en un complejo comercial, donde se encuentra envuelto en una situación improbable: un concurso para encontrar al "eso" que le dé alegría a una mujer misteriosa.

La dirección de Cíocho es notable por su particularidad y por su capacidad para crear atmósferas extrañas y perturbadoras, incluso en momentos cómicos. La película está plagada de secuencias visuales inusuales y una banda sonora que, lejos de ser convencional, se adentra en terrenos sonoros inquietantes, contribuyendo a la atmósfera surrealista que impregna la trama. Cíocho consigue generar una tensión constante, un inquietud que no se basa en el susto tradicional, sino en la sensación de que algo no está bien, de que la realidad es maleable y que las apariencias engañan. Esta inquietud es el motor principal de la película y, a pesar de su excesiva insistencia, resulta efectiva.

Las actuaciones son sobresalientes. Andrés Velasco, en el papel de Domingo, ofrece una interpretación magnífica. Captura a la perfección la inseguridad, la frustración y la torpeza de un hombre que se siente incomprendido por el mundo. Su actuación es sutil y convincente, y logra transmitir las emociones de su personaje de forma muy realista. Las secundarias, aunque con menos desarrollo, también cumplen con sus funciones, ofreciendo un apoyo necesario a la actuación principal. La química entre Velasco y Lucía Jiménez, que interpreta a la misteriosa mujer del concurso, es palpable y contribuye a dinamizar la trama.

El guion, sin embargo, es donde la película presenta sus mayores fallos. Aunque la premisa es original y ofrece posibilidades, la historia se vuelve repetitiva y, en ocasiones, incoherente. Se esfuerza por generar sorpresa, pero a menudo recurre a clichés y giros argumentales poco originales. La trama principal, centrada en el concurso y la búsqueda del "eso", se desvía constantemente de su rumbo original, lo que genera confusión y dificulta el disfrute del espectador. Se echan de menos profundidades en el desarrollo de los personajes y una mayor exploración de sus motivaciones. Aunque se intenta generar humor, éste no siempre es del gusto y a veces se siente forzado.

A pesar de sus defectos, “Eso” es una película que vale la pena ver por su singularidad visual y por la actuación destacada de Andrés Velasco. Cíocho consigue crear una atmósfera inusual y perturbadora, y ofrece una propuesta original que, aunque no siempre lograda, es digna de reconocimiento. No es un triunfo, pero sí una apuesta valiente y un experimento cinematográfico interesante.

Nota: 6/10