Espías con disfraz (2019)

“Espías con disfraz” (Spyfall) no es precisamente una propuesta que haya desatado una ola de entusiasmo en la crítica especializada, y, honestamente, mi experiencia personal coincide en gran medida con esa falta de fervor. La película, que se ha presentado como un ingenioso juego de roles con elementos de acción y comedia, termina resultando un ejercicio de ideas interesantes pero mal ejecutadas. La premisa, la de un superespía pomposo y un científico socialmente inepto, forzado a colaborar para salvar el mundo, es atractiva y ofrece un potencial cómico considerable, pero el guion no aprovecha al máximo el dinamismo de la situación.

La dirección de Babak Karimi es competente, manteniendo un ritmo constante y utilizando efectos visuales decentes para las escenas de acción, aunque sin buscar la espectacularidad deslumbrante que podría haber elevado la película. Sin embargo, la narrativa se siente a veces desconectada y el uso de la comedia, aunque presente, se siente forzada. Se recurre a gags visuales que, aunque a veces provocan una risita, no generan un humor que perdure o que se integre orgánicamente en la trama. La película lucha por equilibrar el suspense con la comedia, y a menudo, los dos elementos se restan mutuamente, diluyendo el impacto de cada uno.

Las actuaciones son un punto fuerte. Orlando Bloom, como Lance Sterling, aporta una elegancia innegable al papel del superespía, con una naturalidad que contrasta con la torpeza evidente de su compañero. Hugh Grant, por otro lado, se libera por completo en el papel de Walter Beckett, entregando una interpretación absolutamente magistral. Grant es, sin duda, el corazón de la película y su carisma y talento recuperan muchas de las oportunidades fallidas del guion. La química entre ambos actores es palpable y, precisamente, este vínculo cómico y a veces incómodo es lo que hace que la película funcione en ciertos momentos.

El guion, en última instancia, es su mayor debilidad. Si bien la idea central es original, la ejecución carece de profundidad y la trama se complica demasiado rápido, perdiendo el hilo y desaprovechando el potencial de sus personajes. Se intenta crear un sistema de acertijos y pistas que requieran del espectador un esfuerzo mental considerable, pero el resultado es frustrante. En lugar de un juego inteligente, la película se convierte en un enredo confuso y a veces sin sentido. Se espera que las múltiples capas de engaño mantengan la atención del espectador, pero en realidad, sólo generan confusión.

Nota: 6/10