“Estos Terrícolas Están Locos” (These Terrifying Earthlings) es una película que, a primera vista, podría pasar desapercibida, pero que, al profundizar, revela una propuesta de género tan peculiar como inquietante. La dirección de Alexandre Araujo es, en su mayor parte, efectiva, logrando crear una atmósfera opresiva y desoladora que encaja a la perfección con la premisa central: una familia extraterrestre, los mantis religiosas, adaptándose a la vida en un pueblo americano rural. La película se distingue por su estética visual, que evoca un paisaje desértico y polvoriento, salpicado de colores apagados que intensifican la sensación de aislamiento y amenaza. Araujo maneja la cámara con un cuidado que permite apreciar los detalles de los capullos que aprisionan a los intrusos, creando imágenes visualmente impactantes que transmiten la desesperación y el horror de la situación.
Las actuaciones son sólidas, especialmente la de la actriz principal, Julia Gama, quien interpreta a la matriarca de la familia. Gama consigue transmitir la frialdad y la determinación de su personaje, una criatura alienígena que no siente compasión ni remordimientos. El resto del elenco cumple con su papel, aunque no siempre logran destacar en roles que exigen una gran profundidad emocional. La tensión entre los personajes se siente, pero a veces el guion no permite profundizar lo suficiente en sus motivaciones o en el impacto de la presencia de los mantis religiosas en la comunidad. La película se centra, comprensiblemente, en la reacción del pueblo americano ante esta nueva amenaza, pero podría haber explorado con mayor interés las dinámicas internas de la familia alienígena y sus propias razones para buscar la planta nuclear.
El guion, sin embargo, es donde la película se encuentra con sus mayores dificultades. La premisa es interesante, pero la ejecución a veces resulta simplista y carente de matices. El ritmo es irregular, alternando momentos de tensión genuina con escenas más lentas y contemplativas que, aunque contribuyen a la atmósfera, también pueden resultar tediosas. La secuencia del embarazo de la hija es el punto más problemático de la película. Si bien se busca generar un elemento de drama y conflicto, se siente forzada y, en general, poco creíble. Además, la forma en que se encierran a los "enemigos" en los capullos, aunque visualmente llamativa, es excesivamente caricaturesca y resulta más cómica que amenazante. Se apuesta por un horror corporal y psicológico de lenta e implacable construcción, pero el guion no siempre brinda las herramientas necesarias para que el espectador se sumerja por completo en la historia. La justificación para la búsqueda de la planta nuclear queda algo ambigua, lo que desvanece la motivación de la familia y reduce el impacto de su amenaza.
A pesar de sus fallas, “Estos Terrícolas Están Locos” ofrece una experiencia cinematográfica peculiar e inquietante. Es una película que desafía las convenciones del género de terror, apostando por la extrañeza y la incomodidad como elementos principales. Si bien no es una obra maestra, sí logra generar una atmósfera opresiva y un inquietante sentido de amenaza. Es una película que, en última instancia, deja una impresión duradera, aunque no siempre positiva. Se corre el riesgo de ser considerada como un experimento fallido, pero también puede apreciarse como una exploración de lo desconocido y lo antinatural.
Nota: 6/10