Eventyrland (2013)

“Eventyrland” no es un thriller convencional, ni siquiera una película de crimen particularmente compleja. Más bien, es un estudio claustrofóbico de la desesperación, una lenta descomposición moral donde la esperanza, si es que existe, se diluye en la niebla de las decisiones irrevocables. La película de la directora Ana Pérez se centra en Jenny, interpretada con una intensidad visceral por Sofía Alonso, una mujer que ha sido golpeada hasta la médula por la vida. Su historia, contada con una economía narrativa que a veces funciona a su favor y otras, a veces, en contra, se mueve entre el drama doméstico, el thriller y, en última instancia, una reflexión sobre el peso de la culpa y la dificultad de la redención.

Alonso nos ofrece una interpretación particularmente brillante, logrando transmitir tanto la fragilidad de Jenny como la dureza implícita en sus acciones. Es una actuación que va más allá de la mera interpretación; se siente que Alonso está habitando a Jenny, interiorizando su dolor, su miedo y su necesidad desesperada de proteger a su hija. La química entre Alonso y el resto del reparto – especialmente notable la interpretación del joven Marcos López como el hijo de Jenny – es fundamental para que el drama se sienta creíble. Sin embargo, la película a veces se ve obstaculizada por un ritmo un poco lento, especialmente en la primera hora. Aunque la tensión se construye con paciencia, el espectador puede sentir que el desarrollo de la trama se arrastra sin la suficiente urgencia para mantenerlo completamente enganchado.

El guion de Elena Vargas, aunque sólido en su planteamiento y en la exposición de las motivaciones de los personajes, no siempre alcanza la profundidad que merece. La trama, centrada en un robo que se transforma en un asesinato, presenta giros inesperados que, si bien mantienen al espectador alerta, a veces se sienten forzados y poco naturales. La elección de mostrar la vida de Jenny después de la cárcel, con un intento de retomar una vida "normal", es una de las apuestas más interesantes de la película. Sin embargo, la forma en que se exploran las consecuencias de sus acciones, las tensiones familiares y la lucha por superar el pasado, no siempre llega a su máximo potencial. La dirección de fotografía, con un uso predominante de tonos grises y azules, contribuye a crear una atmósfera opresiva y melancólica que refleja el estado emocional de los personajes.

“Eventyrland” no ofrece soluciones fáciles ni finales felices. Es una película que se queda con la duda, con la sensación de que algunos errores, una vez cometidos, no pueden ser borrados. No es una película que te consuela, sino que te obliga a confrontar la oscuridad que se esconde en el interior de cada uno de nosotros. Es un ejemplo de cine que busca provocar y reflexionar, y aunque no es perfecta, merece la pena ser vista por su honestidad y por la fuerza de su protagonista.

Nota: 7/10