“Evil Bong 3: The Wrath of Bong” no es, sin duda, una joya cinematográfica, pero tampoco un desastre absoluto. Esta peculiar entrega del subgénero “stoner comedy” opera en un territorio bastante inexplorado, y aunque los resultados son desiguales, el film ofrece un espectáculo visualmente sorprendente y, sorprendentemente, algunas dosis de humor que realmente sorprenden. La película, dirigida por Mark Batterson, apuesta por una estética surrealista y colores vibrantes que recuerdan a ciertas obras de Terry Gilliam, creando una atmósfera onírica y a veces perturbadora que, debo admitir, justifica el consumo de un “bong” (o al menos, eso es lo que sugiere la premisa).
El guion, escrito por Batterson y Tim Miller, es donde la película más notablemente falla. La trama, basada en un concepto original - un malvado alien bong que amenaza con la dominación mundial - se siente algo desproporcional y, en ocasiones, carente de sustancia. Se basa excesivamente en situaciones absurdas y diálogos que, si bien son a veces ingeniosos, tienden a caer en la redundancia y la exposición. La premisa de ser cautivos por bellezas alienígenas desnudas, aunque visualmente interesante, se siente como un gag recurrente que no evoluciona adecuadamente a lo largo de la película. Sin embargo, la dirección es donde realmente brilla. Batterson maneja el ritmo con una soltura admirable, alternando momentos de acción frenética y secuencias visualmente impactantes con largos flashbacks y diálogos contemplativos que, aunque a veces lentos, enriquecen el universo de la película.
Las actuaciones son, en general, sólidas. La banda principal, compuesta por los actores principales, es especialmente notable. Daniel Daniels como “Bad Bongs” y David Chen como “Zorgon” aportan una autenticidad que eleva la experiencia. Aunque el resto del elenco de extras, proveniente de un casting bastante variado, no destacan particularmente, su participación contribuye a la atmósfera general de surrealismo. Chen, en particular, sobresale como el villano alienígena, demostrando un carisma inusual para un personaje que, en esencia, es una amenaza para la humanidad. Es un papel que exige tanto físico como expresivo, y Chen lo aborda con una mezcla de humor y amenaza que resulta bastante convincente.
No obstante, es importante señalar que “Evil Bong 3” no es un intento de crear un clásico. Se trata de una película que se deleita en lo extraño, lo descabellado y, en definitiva, en lo ridículo. Es una experiencia visualmente estimulante, pero con un guion que necesita más pulido. Si buscas una película que te haga pensar o que te deje una reflexión profunda, esta no es la opción correcta. Pero si buscas una película que te ofrezca un escape de la realidad, un espectáculo visualmente llamativo y un puñado de momentos graciosos, entonces “Evil Bong 3: The Wrath of Bong” podría ser lo suficientemente entretenida. Acepta su surrealismo, abraza su locura y prepárate para un viaje que, en última instancia, es tan absurdo como divertido.
Nota: 6/10