Expediente Warren: Obligado por el demonio (2021)

“Expediente Warren: Obligado por el demonio” no es simplemente otra película de terror sobrenatural; es una inmersión profunda, aunque a veces incómoda, en la perturbadora idea de que la posesión demoníaca puede ser utilizada como coartada criminal. La película, dirigida por Rob Davies, se diferencia de otras producciones del género al centrarse no tanto en sustos fáciles, sino en la construcción meticulosa de una atmósfera de tensión sostenida y en el interrogatorio psicológico que rodea el caso de Danny Sawyers, el joven protagonista. Davies logra generar una sensación palpable de inquietud, en parte gracias a una dirección visual que es deliberadamente austera, enfatizando los rincones oscuros, los objetos abandonados y las miradas de los personajes, creando una sensación constante de que algo no está bien.

El guion, adaptado de un caso real documentado, no intenta ofrecer explicaciones simplistas. En cambio, se centra en la narrativa de la familia Sawyers, confrontada con la terrible acusación de asesinato de su propio hijo, Danny, y en la extraña defensa que presenta el joven, alegando ser poseído por un demonio. La historia se desarraiga en una pequeña comunidad rural de Ohio, y el peso del entorno es fundamental. La película se basa en la fragilidad emocional y en las relaciones familiares disfuncionales, utilizando estos elementos como trampas para la audiencia. El guion no rehúye de temas difíciles como el abuso infantil, la fe y la desesperación, aunque a veces se siente un poco académico en su abordaje. La alternancia entre las sesiones de espiritismo de los Warren y las entrevistas con la familia crea un ritmo interesante, permitiendo al espectador cuestionar la veracidad de la posesión y el estado mental de los involucrados.

Las actuaciones son sobresalientes, especialmente la de Tim Roth como el anciano Ed Warren. Roth encapsula la serenidad y la determinación del investigador, transmitiendo una fe inquebrantable en lo sobrenatural, pero también una profunda empatía por aquellos que sufren. Toni Collette, como Lorraine Warren, aporta una autenticidad que se nota. El joven Jacob Kiger, como Danny, logra dar una imagen conmovedora de inocencia y vulnerabilidad, lo que, por supuesto, es crucial para la narrativa. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los actores, hay momentos en los que la representación de la posesión demoníaca es un tanto forzada, recurriendo a efectos visuales que, aunque técnicamente decentes, no logran alcanzar la intensidad que el guion pretende alcanzar. Es una apuesta por la inmersión en la duda, más que en el horror puro.

En definitiva, “Expediente Warren: Obligado por el demonio” es una película de terror más inteligente y reflexiva de lo habitual. No es un espectáculo de sustos, sino un estudio sobre la fe, la duda y la complejidad de la verdad. Aunque la dirección y las actuaciones son buenas, el guion podría haber sido más audaz y, a veces, el horror se siente más psicológico que visceral. Es una experiencia cinematográfica que invita a la reflexión y a cuestionar lo que creemos, lo que la convierte en una adición interesante al catálogo de películas de terror con temática paranormal.

Nota: 7/10