“Expiación, más allá de la pasión” es, en esencia, una meditación sobre la inocencia corrompida, la injusticia y las consecuencias devastadoras de un solo acto de falsa acusación. Roman Polanski, en su regreso a la dirección después de años de controversia, nos entrega una película lenta, reflexiva y profundamente inquietante, que se aferra a la memoria y al peso del pasado. La película no busca espectacularismos ni grandes momentos de acción; su fuerza reside en la atmósfera densa y en las actuaciones magistrales, especialmente la de Saoirse Ronan.
Ronan, en el papel de Briony Tallis, ofrece una interpretación que va más allá de la simple inocencia juvenil. Captura con precisión la complejidad de una niña que, impulsada por una imaginación desbordante y un deseo de ser vista como inteligente y sofisticada, construye una narrativa que, aunque inicialmente motivada por la admiración y la fascinación por el mundo adulto, termina causando un daño irreparable. Su Briony es vulnerable, pero también inteligente, manipuladora y, en última instancia, culpable de su propia red de mentiras. La evolución de su personaje es gradual y críptica, lo que le otorga una dimensión perturbadora y lo convierte en una de las protagonistas más memorables que he visto en el cine este año.
Las interpretaciones de Keira Knightley y James McAvoy son igualmente sólidas. Knightley, como Cecilia, irradia una belleza melancólica y una fragilidad que contrastan con la vivacidad de Briony. McAvoy aporta matices al papel de Robbie Turner, un joven apasionado y de buen corazón que, por su posición social, se convierte en la víctima de una acusación infundada. La química entre los tres actores es palpable, generando tensión y ambigüedad en cada escena. Polanski explota magistralmente el espacio claustrofóbico de la mansión Tallis, intensificando la sensación de encierro y presagio.
El guion de Tonino Guerra, adaptado de la novela homónima de Jean Rhys, es, sin duda, el corazón de la película. La historia se desarrolla en un lenguaje poético y evocador, que recuerda a las novelas de Rhys. La película no ofrece explicaciones fáciles; se limita a presentar los hechos desde la perspectiva de Briony, permitiendo al espectador formar su propio juicio. La atmósfera es opresiva y la narrativa fragmentada, que alterna entre el presente y el pasado, creando un efecto de irrealidad y ambigüedad. El uso de los recuerdos, a menudo difusos y llenos de duda, es un recurso constante que alimenta la incertidumbre y sugiere que la verdad puede ser mucho más compleja de lo que parece.
La dirección de Polanski, si bien contemplativa, es precisa y llena de detalles. La cinematografía de Freddie Francis, con sus colores apagados y su iluminación tenue, contribuye a la atmósfera sombría y melancólica de la película. La banda sonora, minimalista y sugerente, refuerza la sensación de inquietud y presagio. “Expiación, más allá de la pasión” no es un placer fácil de ver, pero es una película que permanece en la mente mucho después de que terminan los créditos. Es una obra que obliga a la reflexión y a la confrontación con la fragilidad de la memoria y el poder destructivo de la verdad, o la falta de ella.
Nota: 8/10