F de Flint (1967)

“F de Flint” es un ejercicio interesante en la nostalgia, una película que se atreve a reivindicar un género que, en sus mejores momentos, ofrecía un escapismo puro y directo. La película, ambientada en una isla caribeña aparentemente desconectada del mundo, no intenta reinventar la rueda, sino que abraza con entusiasmo la fórmula de las películas de espías de los 60 y 70, tomando como referencia obras maestras como “El Golpe” de Alan J. Pakula o “La Ficha Roja” de Sidney Lumet. Sin embargo, la cinta, estrenada en 1967, demuestra una cierta fragilidad que, en gran medida, se debe a las limitaciones técnicas y narrativas de su época.

Dirigida por Robert Miller, la película se centra en Derek Flint (interpretado con un aura de sofisticada elegancia por John Saxon), un agente secreto del gobierno estadounidense que debe desenmascarar una conspiración que involucra a un impostor que ha usurpado la presidencia. La trama, aunque simple, funciona con una lógica interna que, aunque no sea particularmente compleja, es suficiente para mantener al espectador enganchado. La dirección es funcional, buscando evitar excesivos artificios y centrándose en el desarrollo de la intriga. No obstante, se percibe una cierta torpeza en algunos diálogos y en la puesta en escena, elementos que reflejan las carencias técnicas de la época. La fotografía, con una paleta de colores vibrantes que contrasta con la atmósfera de conspiración, contribuye a la ambientación exótica de la isla.

El corazón de la película reside en sus personajes, especialmente en las mujeres que forman parte del complot. Linda Hopkins, como la enigmática Dr. Elizabeth, y Diane Chandler como la bella y peligrosa agente ‘Vega’, aportan una intensidad dramática que se ve atenuada por el guion, que carece de profundidad y recurre a clichés propios del género. Las interpretaciones, aunque modestas, cumplen su cometido. John Saxon, como Derek Flint, encarna a la perfección el arquetipo del agente secreto frío, calculador y con un toque de moralidad. Su presencia es suficiente para que el espectador se identifique con el protagonista.

Sin embargo, el guion es la debilidad principal de la película. Presenta elementos interesantes, como el lavado de cerebro y la manipulación política, pero los desarrolla de forma superficial. Las motivaciones de los personajes son poco claras y la resolución del conflicto es algo apresurada. Además, la película, por su estilo y estética, puede resultar un tanto lenta para el espectador moderno, acostumbrado a un ritmo narrativo más vertiginoso. No obstante, es innegable que "F de Flint" posee un encanto nostálgico que evoca una época dorada del cine de espías. Es una película que, más que ofrecer una experiencia cinematográfica sobresaliente, brinda un viaje en el tiempo a un género con un significado cultural importante. La película, a pesar de sus deficiencias, merece ser vista por aquellos que valoran el cine clásico y la nostalgia por un tiempo en el que la aventura y el suspense reinaban.

Nota: 6/10