Fanático (1996)

“Fanático” no es un melodrama deportivo en el sentido tradicional. Aunque el béisbol, con sus estadísticas, rituales y el fervor de sus aficionados, es el catalizador de la historia, la película se erige como un estudio sutil y, en última instancia, inquietante sobre la adicción, el control y el precio de la obsesión. Dirigida por Robert Allen, la película se adentra en la mente de Bobby Rayburn, un ex-jugador consumido por el fracaso y la búsqueda incesante de la gloria, un hombre que ha convertido su pasión en una prisión. Rayburn, interpretado magistralmente por el siempre convincente Michael Keaton, no es un héroe carismático. Es un hombre roto, resentido y, en muchos sentidos, desesperado.

La dirección de Allen se distingue por un estilo visual sombrío y contemplativo. No hay explosiones de acción, ni persecuciones frenéticas. La película se basa en la atmósfera, en los pequeños detalles que revelan la angustia interna del protagonista. La fotografía, en tonos grises y ocres, refleja la desolación emocional de Rayburn y su entorno. Hay un uso efectivo del silencio, permitiendo que las miradas y las interacciones entre los personajes transmitan más de lo que cualquier diálogo podría. La banda sonora, minimalista y melancólica, refuerza este efecto. Allen consigue transmitir la sensación de que estamos presenciando una tragedia lenta y inevitable.

El papel de Keaton es, sin duda, el corazón de la película. Su interpretación es increíblemente matizada, oscilando entre la fragilidad y la intensidad. Logra transmitir la desesperación de un hombre que ha perdido todo y que se aferra a la ilusión de un último gran momento. Pero la película no se centra únicamente en Rayburn; también explora la vida de Gil Renard, el seguidor obsesivo interpretado por Patrick Fugit. Aunque el guion a veces se siente un poco forzado en su intento de presentar a Renard como un espejo de Rayburn, esta relación dinámica es fundamental para entender la dinámica de la película. La ambivalencia del personaje de Fugit, su admiración mezclada con un miedo latente, genera un fuerte componente de tensión psicológica.

El guion, aunque sólido en su construcción, presenta algunas lagunas. El desarrollo de la ex-mujer de Renard, un personaje relativamente secundario, podría haber sido más profundo. Si bien la película explora la obsesión en su forma más pura, tal vez le hubiera faltado un poco de audacia al cuestionar las motivaciones que impulsan tanto a Rayburn como a Renard. Sin embargo, estas fallas son relativamente menores y no impiden que “Fanático” sea una película reflexiva y perturbadora, que invita a la reflexión sobre la naturaleza del deseo, la importancia de las conexiones humanas y los límites de la ambición. Es una película que te persigue mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar.

Nota: 7.5/10