Fantasmas de Marte (2001)

“Fantasmas de Marte” no es una película de ciencia ficción grandilocuente, ni tampoco una explosión de efectos especiales. Es, en cambio, una película lenta, deliberadamente atmosférica y profundamente inquietante que explora los límites de la supervivencia humana y la fragilidad de la razón ante lo desconocido. Dirigida por David Cronenberg, el director se aleja de sus habituales grotescuestros para centrarse en la atmósfera y el terror psicológico, y el resultado es, en mi opinión, uno de sus trabajos más memorables.

La película se centra en un equipo de policías, liderados por un hombre (Oscar Isaac, en una actuación magistral) que se encuentra en una base minera aislada en Marte. Su misión es simple: escoltar a un criminal peligroso a un lugar de cuarentena. Sin embargo, lo que pronto descubren es que no están solos. Los marcianos, una civilización antigua y aparentemente dormida, han despertado, y la paranoia y la sospecha se filtran entre el grupo, erosionando sus relaciones y exponiéndolos a una amenaza que no comprenden. La tensión no se basa en persecuciones frenéticas, sino en la sensación constante de que algo no está bien, en los susurros, las miradas esquivas y las conversaciones privadas que revelan la creciente desconfianza.

La dirección de Cronenberg es impecable. La fotografía, en tonos apagados y con una paleta de colores rojizos y grises, es absolutamente claustrofóbica. La composición de las escenas, a menudo largas y contemplativas, intensifica la sensación de aislamiento y vulnerabilidad. Además, el uso del sonido es extraordinario; el zumbido de la maquinaria, el silencio intermitente, y los sonidos inquietantes de la vida marciana crean una atmósfera opresiva que te envuelve desde el principio. No hay momentos grandiosos, sino una acumulación constante de momentos sutiles pero perturbadores.

Las actuaciones son sobresalientes. Oscar Isaac ofrece una interpretación sutil pero poderosa, transmitiendo la creciente desesperación y la lucha interna de su personaje. Michelle Dockery también brilla, interpretando a una policía que se ve forzada a tomar decisiones terribles. Sin embargo, es el personaje interpretado por Benedict Wong que aporta la mayor cantidad de inquietud, con una mirada penetrante y un comportamiento que deja entrever secretos oscuros. El guion, escrito por Cronenberg y Robert Pollard, es inteligente y evita las simplificaciones típicas del género. Se centra en la exploración de la psicología humana en situaciones extremas, planteando preguntas sobre la naturaleza de la verdad, la confianza y la ética.

Si bien la película puede ser lenta para algunos, es precisamente esa lentitud lo que la hace tan efectiva. Cronenberg no se apresura a mostrarle al espectador las respuestas; más bien, lo deja con la sensación de que hay mucho más debajo de la superficie. “Fantasmas de Marte” es una película que te hace pensar, que te inquieta y que te permanece en la mente mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. Es una experiencia cinematográfica intensa y perturbadora, que reafirma la habilidad de Cronenberg para explorar los rincones más oscuros de la condición humana.

Nota: 8/10