Faraón (1966)

“Faraón” es una película que se enfrenta a un reto considerable: trasladar un período histórico, el Egipto de la época del último faraón Ramsés XIII, a la pantalla grande con un mínimo de clichés y con un peso narrativo que no se desvanezca en el olvido. La película, dirigida por la cineasta egipcia Mina Makki, logra, en gran medida, honrar esa tarea, aunque no sin algunas imperfecciones inherentes a la adaptación de un tema tan complejo como la historia del antiguo Egipto.

La película se centra en la ambición desmedida de Ramsés XIII, un faraón sin legitimidad, que intenta, a la fuerza, restaurar el poder y la prosperidad de Egipto. La trama, aunque deliberadamente densa y llena de intrigas palaciegas, consigue mantener al espectador enganchado a la medida que las alianzas se deshacen y las traiciones se revelan. Makki se aleja de la grandilocuencia habitual de las producciones de este género, apostando por un enfoque más austero y realista, que prioriza la atmósfera y las relaciones humanas sobre la espectacularidad. La película se sustenta en el lento desmoronamiento del poder, un proceso que se dibuja con maestría a través de la mirada de sus personajes, no a través de batallas épicas. El resultado es una película que invita a la reflexión sobre la corrupción, la vanidad y las consecuencias de la ambición desenfrenada.

Las actuaciones son sólidas en todo el reparto. Ahmed Riad, como Ramsés XIII, ofrece una interpretación convincente, transmitiendo la desesperación y la frustración de un hombre que se encuentra en un papel que no le sienta bien. A su lado, Laidi Fathi, como la sacerdotisa Nefertari, aporta una presencia imponente y una profundidad emocional que resalta en cada escena. El resto del elenco secundario, con actores locales, contribuye a dotar de autenticidad al ambiente y a las tensiones políticas del país. Es notable la atención al detalle en la representación de las costumbres y las tradiciones egipcias de la época, lo que se traduce en una atmósfera palpable y que acentúa la credibilidad de la película.

En cuanto al guion, “Faraón” presenta un gran reto. La película se desarrolla a un ritmo pausado, dando tiempo a la audiencia para comprender las motivaciones de los personajes y los entrelazados intereses que los rodean. Sin embargo, en ocasiones, esta lentitud puede sentirse como una falta de dinamismo. Asimismo, algunos diálogos resultan un tanto artificiosos y poco naturales, lo que resta fuerza a algunas de las escenas más importantes. No obstante, la dirección artística, la fotografía y la banda sonora complementan a la perfección la narrativa, creando una experiencia cinematográfica rica en matices y en evocaciones de un pasado lejano. La meticulosa recreación de los escenarios y la vestimenta contribuyen a la creación de un ambiente auténtico y fascinante.

Nota: 7/10