Fast & Furious 7 (2015)

“Fast & Furious 7” se presenta como una bomba de adrenalina, un espectáculo visual diseñado para sacudir el asidero del espectador y arrastrarlo a una montaña rusa de persecuciones, explosiones y situaciones imposibles. Después de los eventos catastróficos de “Furious 7” (su predecesora, con el doloroso fallecimiento de Paul Walker), la franquicia ha regresado con un peso considerable: la necesidad de justificar la existencia de un equipo de criminales que, en esencia, se han convertido en héroes. La película no intenta engañar al público, ni siquiera con una narrativa compleja. Lo que ofrece es una celebración desenfrenada del espectáculo, una demostración de lo que se puede lograr con un presupuesto abismal y una obsesión por la acción en estado puro.

La dirección de James Wan, conocido por su trabajo en el género de terror, aporta un toque que se aprecia, aunque no siempre cohesivo. Utiliza una paleta de colores vibrante y saturada, que intensifica la sensación de caos y peligro. La coreografía de las persecuciones es, sencillamente, brillante. Son secuencias elaboradas, con diseños de coreografía intrincados y, a menudo, desafiando la física, pero siempre entretenidas y visualmente impactantes. Sin embargo, hay momentos en los que la sobreexposición visual y la necesidad de justificar cada acción con efectos especiales se traducen en una pérdida de ritmo y una cierta desconexión emocional. Wan se centra en la cantidad de acción, a veces descuidando la profundidad y la sutileza.

Las actuaciones son, en su mayoría, funcionales. Vin Diesel continúa siendo el indestructible Dominic Toretto, un personaje cuyo carisma reside en su silencio y su capacidad para resolver problemas con un puñetazo y una mirada. Jason Statham ofrece su habitual energía en la figura de Deckard Shaw, un villano convincente pero carente de profundidad. La película se centra en el desarrollo de otros personajes secundarios, como Chris Hemsworth como Paul Walker (interpretado digitalmente), lo que añade una capa de melancolía pero también plantea interrogantes sobre la autenticidad de la actuación digitalizada. Los actores demuestran una buena energía y un compromiso con la acción, pero no se espera de ellos interpretaciones trascendentes.

El guion es, sin duda, el punto débil de la película. Las tramas secundarias son excesivamente retorcidas y a menudo carentes de sentido, diseñadas para servir como telón de fondo para las escenas de acción. El diálogo es, en general, cliché y poco memorables. La película se basa en premisas preestablecidas y en la repetición de fórmulas que han funcionado en entregas anteriores. La resolución de la historia principal es demasiado apresurada y se basa en un giro argumental que, aunque efectivo, parece un artificio para dar un final espectacular. A pesar de ello, la película ofrece un entretenimiento de altura, aprovechando al máximo el potencial del género.

Nota: 7.8/10