Fatso (1980)

“Fatso” (1980) es, en su esencia, una película sorprendentemente conmovedora y, a menudo, inquietante, que explora temas de adicción, familia, y la búsqueda desesperada de la felicidad. Dirigida por Gastón Coppenrath, la película, aunque quizás no sea una obra maestra cinematográfica, ofrece una mirada honesta y sin adornos a la vida de Dominick DiNapoli, interpretado magistralmente por Dom DeLuise. La película no se limita a ser una comedia ligera; más bien, se sumerge en la complejidad de un hombre consumido por sus hábitos alimenticios, un hombre que se ha convertido en un carnero, un refugio en su propio cuerpo, y que se encuentra a la deriva tras una pérdida devastadora.

El guion, aunque a veces un poco lento y con un ritmo que no siempre fluye con naturalidad, logra, en gran medida, transmitir la frustración y la soledad de Dominick. La película no juzga a su personaje; en cambio, lo presenta como un hombre vulnerable, atrapado en un ciclo vicioso de comida y autoengaño. La relación entre Dominick y su hermana Antoinette (Anne Bancroft) es el núcleo emocional de la película. Bancroft, como siempre, ofrece una actuación sutil y poderosa, capturando la exasperación y el amor incondicional de una hermana que se preocupa profundamente por su hermano. La tensión entre ambos es palpable y aporta una dimensión dramática valiosa a la narrativa.

La incorporación de Lydia (Ron Carey) aporta un inesperado elemento romántico, que, lejos de ser un simple cliché, se integra de forma orgánica en la historia. Carey, con su encanto y su naturalidad, logra establecer una conexión convincente con DeLuise, y la dinámica entre ambos es refrescante y honesta. Sin embargo, es en la interpretación de DeLuise donde la película realmente brilla. Él no se limita a caricaturizar al personaje obeso; en su lugar, le confiere una profunda humanidad y una cierta tristeza subyacente. Su entrega es emotiva y creíble, y es gracias a ella que la audiencia se siente realmente empática con Dominick. Es un papel desafiante, que exige un gran control emocional y que DeLuise asume con una solidez admirable.

Visualmente, “Fatso” es una película de producción modesta, lo que contribuye a su autenticidad. La dirección es discreta, centrándose en el retrato psicológico de los personajes y en la atmósfera melancólica de la historia. Aunque la fotografía no es particularmente innovadora, sí logra transmitir la sensación de una vida llevada a un ritmo pausado, casi lento, reflejando la propia existencia de Dominick. La película no busca sensacionalismos ni efectos especiales, sino que se centra en la exploración de la intimidad de un hombre en crisis, una crisis que se ve agravada por la pérdida y la búsqueda de la felicidad.

Nota:** 6/10