“Feliz día de tu muerte” (Happy Death Day) es mucho más que una simple comedia de terror con bucle temporal; es un ejercicio inteligente y, a veces, sorprendentemente conmovedor sobre la culpa, el trauma y la búsqueda de la verdad. La película, dirigida con una precisión que sugiere una planificación meticulosa por Mehrdad Moayed, se presenta como una joya del género *time loop*, pero tras la premisa inicial, se despliega una narrativa que va más allá del simple entretenimiento, profundizando en las consecuencias psicológicas de vivir el mismo día una y otra vez.
Daniel Haller, interpretado magistralmente por Dale Midkiff, es un joven estudiante de cine que se ve atrapado en una espiral temporal que lo obliga a revivir repetidamente el 27 de febrero, el día en que es asesinado por Missy Armitage. La premisa, si bien extraña, se ejecuta con una naturalidad que permite al espectador sumergirse rápidamente en la desesperación y la frustración de Tree. Midkiff ofrece una actuación sutil pero impactante, transmitiendo la creciente angustia de un hombre asediado por el tiempo y por la constante amenaza de la muerte. La evolución de su personaje, desde la incredulidad inicial hasta la desesperación y, finalmente, la determinación de resolver el misterio, es el corazón emocional de la película.
La dirección de Moayed no se limita a la mera construcción del *time loop*. Se preocupa por los detalles: la fotografía, con su paleta de colores que oscila entre el gris sombrío de la ciudad universitaria y los vibrantes colores de las películas de terror que Tree estudia, es fundamental para crear la atmósfera opresiva y claustrofóbica. El diseño de sonido, especialmente, es sobresaliente, utilizando la banda sonora y los efectos sonoros para amplificar la sensación de repetición y la creciente paranoia del protagonista. La película tiene una meticulosidad técnica que se siente en cada fotograma, elevándola por encima de la media del género.
El guion, adaptado de la novela homónima de Christopher Buehlman, es el punto fuerte de la película. La trama, inicialmente aparentemente sencilla, se complica gradualmente, revelando capas de engaño y secreto que mantienen al espectador enganchado. La resolución del misterio no es obvia ni fácil, y el giro final, aunque predecible para algunos, es satisfactorio en su ejecución. La película explora temas como la memoria traumática, la responsabilidad moral y la influencia del pasado en el presente, y lo hace de una manera inteligente y, a veces, inquietante. El ritmo es excelente, equilibrando las escenas de acción con momentos de introspección y desarrollo de personajes.
Sin embargo, no está exenta de defectos. Algunos momentos son un tanto predecibles y el humor, aunque presente, puede resultar forzado en ciertas escenas. No obstante, estos pequeños fallos palidecen en comparación con la calidad general de la película, que ofrece una experiencia cinematográfica única y memorable. Es una película que se queda en la mente, generando preguntas sobre la naturaleza de la culpa y la importancia de aceptar el pasado.
Nota: 8/10