Fences (2016)

“Fences” de Denzel Washington no es una película que simplemente cuenta una historia, sino que la siente hasta en sus huesos. Washington no solo dirige, sino que también interpreta a Troy Maxson, el personaje central, con una intensidad y una vulnerabilidad que desafían las expectativas. La película se sumerge en la vida de una familia afroamericana en la década de 1950, pero lo que realmente la hace resonar es la complejidad emocional que Washington construye con cada encuentro, cada silencioso intercambio y cada explosión contenida. La historia, como se indica, gira en torno a los prejuicios raciales, pero la película va más allá de la mera denuncia. Explora las limitaciones impuestas por las circunstancias sociales, las expectativas familiares y, sobre todo, la lucha interna de un hombre que se siente atrapado en su propio potencial.

Las actuaciones son, en general, excepcionales. Washington ofrece una interpretación magistral, mostrando la amargura, el resentimiento y la frustración de Troy con una sutileza asombrosa. Viola Davis, como Rose Maxson, es igualmente brillante. La química entre ambos es palpable, transmitiendo una tensión doméstica que es a la vez devastadora y profundamente humana. La relación entre los Maxson es un campo minado, un laberinto de orgullo, desconfianza y amor no correspondido. Hay momentos de genuina ternura interrumpidos por la ira y la desilusión, y Davis consigue transmitir la desesperación silenciosa de Rose, una mujer que anhela ser vista y valorada.

El guion, adaptado de la obra homónima de August Wilson, es un modelo de economía narrativa. Wilson, en su obra teatral, es conocido por su prosa rica y densa, y Washington ha logrado adaptar este estilo a la pantalla con gran maestría. Evita la sobreexplicación, permitiendo que la tensión y las emociones se desarrollen orgánicamente. La película se basa en diálogos cargados de significado, en miradas reveladoras y en la simple observación de la vida cotidiana. La dirección de Washington es impecable, utilizando el espacio y la iluminación para enfatizar la claustrofobia y la opresión que sienten los personajes. La fotografía, en tonos apagados y con una paleta de colores limitada, refuerza la atmósfera melancólica y pesimista de la historia. No es una película fácil de ver; es exigente y requiere una atención plena, pero la recompensa es la experiencia de un drama potente y memorable.

El tema central de la película, la interrupción del sueño americano para los afroamericanos, no se presenta como una simple declaración política. Se explora a través de las vidas de los Maxson, mostrando cómo las barreras raciales, la pobreza y las expectativas sociales pueden frustrar los anhelos individuales y destruir las familias. Es una película que invita a la reflexión sobre la justicia, la igualdad y la importancia de luchar por nuestros sueños, incluso cuando el camino parece imposible. “Fences” es, en definitiva, una obra maestra del cine contemporáneo, una historia emotiva y profundamente conmovedora que permanecerá en la memoria del espectador mucho después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 9/10