“Ferdinand” es una película que, a primera vista, promete una conmovedora historia de aceptación y búsqueda de la individualidad. Sin embargo, tras un visionado más profundo, se revela como una producción con un potencial inexplorado y, en cierto modo, decepcionante. La película, dirigida por Dale Smith, se centra en Ferdinand, un novillo excepcionalmente apacible que, debido a un error administrativo, es destinado a convertirse en un toro de lidia. La premisa es, en principio, interesante y abre la puerta a un mensaje sobre la importancia de ser fiel a uno mismo, pero la ejecución termina siendo algo tosca y superficial.
La dirección, aunque visualmente agradable, carece de la audacia necesaria para darle profundidad a la historia. Las escenas de naturaleza son encantadoras, pero a menudo se sienten artificiales, como si fueran sacadas de un anuncio de moda. La película se apoya demasiado en la estética visual, especialmente en los primeros planos de Ferdinand, que, aunque bien actuados por el protagonista, terminan siendo repetitivos y poco expresivos. Smith intenta equilibrar la comedia con la emotividad, pero los momentos más graciosos resultan forzados y las escenas dramáticas carecen de la intensidad que se esperan. Se siente una desconexión entre la intención del director y el resultado final.
Las actuaciones son, en general, aceptables, pero no destacan. James Garner, como el entrenador de Ferdinand, aporta un toque de ternura y veteranismo, interpretando con gusto su papel de guía. Austin Hill, en el papel de Ferdinand, ofrece una actuación convincente en el aspecto físico del toro, transmitiendo con éxito su actitud tranquila y soñadora. Sin embargo, la caracterización de Ferdinand a veces se ve limitada por la dirección, resultando en una actuación un tanto unidimensional. Los antagonistas, liderados por un cruel ganadero interpretado por Jordi Mollà, son caricaturas de villanos, careciendo de complejidad y motivación real.
El guion, sin duda, es el punto más débil de la película. La trama se mueve a un ritmo pausado, que, en principio, podría funcionar para enfatizar la tranquilidad de Ferdinand. Sin embargo, este ritmo lento, combinado con diálogos a menudo torpes y predecibles, termina aburriendo. La resolución del conflicto, aunque satisfactoria, no llega a sorprender ni a emocionar. Se recurre a elementos didácticos, tratando de transmitir el mensaje de aceptación de forma explícita, lo que resta de espontaneidad y autenticidad a la narrativa. La película parece tener muchas ideas para explorar, pero no logra desarrollarlas a fondo, dejando que el potencial de la historia se desvíe por caminos trillados.
En definitiva, “Ferdinand” es una película agradable pero olvidable, que ofrece una moraleja sencilla pero poco inspiradora. Podría haber sido una historia conmovedora y original, pero finalmente se queda en un entretenimiento superficial para toda la familia, con un mensaje que se deja caer sin matices. La película no ofrece nada realmente nuevo al género animado y, a pesar de sus intenciones, termina resultando un poco plana.
Nota: 6/10