Ferrari (2023)

“Ferrari” no es solo una película sobre carreras; es una exploración visceral del alma rota de un hombre en la cúspide de la fama y la fortuna, ahora desmoronándose. Michael Mann, un director que tradicionalmente se ha identificado más con el mundo del crimen y la tecnología, sorprende con esta película que, lejos de los estilismos futuristas de “Heat” o “Collateral”, se sumerge en la Italia rural y empapada de sudor de 1957, ofreciendo una experiencia cinematográfica rica en detalles sensoriales y una carga emocional innegable.

La dirección de Mann es magistral. La película se siente, se respira, se oye. Utiliza la velocidad y el movimiento, la inmersión en los coches, para comunicar la intensidad del personaje de Ferrari. La fotografía de Giovanni Ribbatti es fundamental; los paisajes italianos, bañados por el sol y la niebla, son tan importantes como la acción en sí. La paleta de colores, a pesar de la nostalgia, es vibrante y llena de vida, capturando la belleza salvaje del entorno y la pasión desatada por la velocidad.

Adam Driver, como Enzo Ferrari, ofrece una actuación que redefine su carrera hasta el momento. No se trata de un Ferrari grandilocuente y carismático, sino de un hombre atormentado, frustrado, y consumido por la culpa. Driver no rehúye la complejidad del personaje; lo muestra como un hombre vulnerable, irritable, y, a veces, despiadado. Su interpretación está construida sobre silencios, miradas, y gestos sutiles, transmitiendo la inmensa carga emocional que Ferrari lleva dentro. Carey Mulligan como Laura también brilla, encarnando la tristeza y la resignación de una mujer que ha perdido todo y lucha por aferrarse a la esperanza.

El guion, adaptado de la novela homónima de Towner Reading, es la pieza clave para la efectividad de la película. Mann no se limita a narrar la carrera, sino que se adentra en el proceso de toma de decisiones de Ferrari, mostrando sus conflictos internos y sus motivaciones. La carrera Mille Miglia se convierte en un catalizador, una prueba de fuego para su espíritu y un desafío a su identidad. Las largas jornadas en el coche, las interacciones con los mecánicos y los rivales, y las discusiones con Laura, construyen una narrativa densa y significativa. Si bien el ritmo es deliberadamente pausado, la película mantiene la tensión a lo largo de todo el metraje, gracias a la habilidad de Mann para crear momentos de drama intenso y silencios cargados de significado.

“Ferrari” es una película que exige la atención del espectador. Es una película contemplativa, que no busca la espectacularidad fácil. Pero a cambio, ofrece una experiencia cinematográfica profunda y conmovedora, una meditación sobre la ambición, la pérdida, el amor y la redención. Una obra que confirma la capacidad de Mann para abordar temas complejos y ofrecer una visión original y personal del mundo.

Nota: 8.5/10