Flash Gordon (1980)

“Flash Gordon” de 1980, una película que, a pesar de ser a menudo relegada al estatus de clásico de culto, merece una re-evaluación. Más allá de la estética campy y la estética visualmente exuberante, se esconde un metraje que, aunque torpe en algunos aspectos, logra un efecto de entretenimiento sorprendente y, en ciertos momentos, hasta conmovedor. El problema principal de la película reside en su guion, un ejercicio de ciencia ficción pulp que se siente increíblemente derivativo, como si el guionista se hubiera alimentado de todas las sagas espaciales más populares de la época sin encontrar una identidad propia. Las premisas son predecibles y los diálogos, aunque efectivos para transmitir la urgencia de la situación, carecen de profundidad. No obstante, la premisa de salvar la Tierra de una luna desviada por el malvado Ming es suficientemente atractiva para mantener la atención del espectador.

Dirigida por Mike Hodges, “Flash Gordon” destaca, sobre todo, por su puesta en escena. La película es un festival de colores, efectos especiales innovadores para su época, y diseños de producción que, sin ser innovadores en sí mismos, crean un mundo alienígena vibrante y memorable. La escenografía de Mongo, con sus calles laberínticas y su arquitectura exótica, es especialmente destacada. El equipo técnico, liderado por Russell Mulcahy en las escenas de acción, logró crear un ambiente espectacular, utilizando efectos visuales que, si bien ahora parecen un tanto toscos, fueron revolucionarios en 1980. La banda sonora de Harry Elsworthy, con su orquestación grandilocuente y melodías pegadizas, complementa a la perfección la atmósfera extravagante de la película.

El reparto, liderado por Sam J. Jones como Flash Gordon, ofrece actuaciones que varían en calidad. Jones, con su rostro de chico de instituto y su falta de carisma natural, se adapta sorprendentemente al papel, mostrando destreza física en las escenas de acción y transmitiendo un cierto grado de valentía. Melody Anderson, como Dale Arden, aporta una presencia femenina fuerte y decidida, aunque su personaje se limita a ser la compañera valiente y audaz. Lo más memorable, sin duda, es Marc McClure como Mongo, un personaje caricaturesco pero inolvidable, cuya interpretación gruesa y enérgica aporta una dosis de humor y una innegable personalidad al universo de la película. La actuación de Max Stack, interpretando a la Reina Ardura, es más bien una caricatura y, aunque efectiva, no alcanza un nivel más profundo.

En definitiva, “Flash Gordon” no es una obra maestra cinematográfica. Es, sin duda, una película de ciencia ficción pura, divertida, extravagante y, a veces, incluso un poco tosca. Sin embargo, su exuberancia visual, su banda sonora memorable y las actuaciones de algunos de sus miembros del reparto (especialmente Mongo) la convierten en un clásico de culto que merece la pena ser revisitada, sobre todo para aquellos que disfrutan de las películas de aventuras espaciales de los años 80. La película, al final, funciona más como un escape escapista que como una experiencia cinematográfica compleja. Es un producto de su época, y se permite serlo con orgullo.

Nota: 6.5/10