Flor del desierto (2009)

“Flor del desierto” es más que una biografía, es un viaje visceral a través de la supervivencia, la resiliencia y el improbable ascenso de Waris Dirie. La película, dirigida con una sensibilidad exquisita por Francis Ford Coppola, no se limita a relatar los hechos de su vida; se sumerge en la atmósfera de Somalia, en el contexto social y cultural de una Somalia rural marcada por la tradición y la pobreza, para luego contrastarla con el frenético mundo de la alta moda. Coppola logra un equilibrio delicado entre ambas dimensiones, evitando caer en el sentimentalismo gratuito y, en su lugar, ofrece una mirada honesta y, a veces, brutal sobre las circunstancias que llevaron a Dirie a convertirse en una supermodelo.

La película se construye principalmente a través de las memorias de Waris Dirie, interpretadas por una extraordinaria Naomie Harris. Harris no solo imita la voz y los gestos de Dirie, sino que también la encarna con una profunda introspección y un contagioso sentido de la dignidad. Su performance es la columna vertebral de la narrativa, transmitiendo con sutileza la infancia dura y la pérdida de la inocencia, pero también la fuerza interior que la impulsó a perseverar. La química entre Harris y la película es palpable; la actriz se siente como si estuviera realmente viviendo la vida de Dirie.

El guion, adaptado del libro de Waris Dirie, evita las glorificaciones convencionales de la industria de la moda. Coppola no romantiza el éxito de Dirie, sino que la presenta como una figura compleja y a menudo atormentada. La película no rehúye de mostrar las dificultades de adaptación a un nuevo entorno cultural, la explotación y la incomodidad que experimentó en las pasarelas. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, contribuye a la atmósfera y a la emoción de las escenas, acentuando tanto los momentos de alegría y esperanza como los de desesperación y soledad.

Si bien la película se centra casi exclusivamente en la vida profesional de Dirie, la dirección de Coppola presta una atención considerable al paisaje de Somalia, utilizando la fotografía para evocar la vastedad del desierto y la riqueza de la cultura somali. Estas imágenes, combinadas con la música tradicional y los detalles culturales, enriquecen la experiencia del espectador y ayudan a comprender el contexto en el que Dirie creció. La película no es un documental tradicional, pero sí logra transmitir la esencia de la cultura somali de una manera auténtica y evocadora.

La película no está exenta de ciertas simplificaciones y, posiblemente, algunas licencias creativas en la representación de ciertos eventos. Sin embargo, “Flor del desierto” es, en definitiva, una película poderosa y conmovedora que nos invita a reflexionar sobre la identidad, la belleza, la libertad y el precio del éxito. Es un recordatorio de que la belleza puede surgir incluso de los lugares más inesperados y que la resiliencia humana puede superar incluso las circunstancias más adversas. Es una película que perdura mucho después de que terminan los créditos.

Nota: 8.5/10