“Folks!” es una película sorprendentemente agridulce que, a pesar de su premisa aparentemente sencilla, logra generar una profunda reflexión sobre el envejecimiento, la familia y las expectativas sociales. Dirigida por H.G. Moser, la película nos presenta a Walter, un hombre de negocios exitoso, pero con una desconexión palpable con su realidad. El incendio que destruye su hogar, y a consecuencia de ello, la evidente decadencia física de su padre, lo catapultan a un rol que nunca pidió: el de cuidador. La película se centra en la dinámica entre Walter y su padre, un hombre de mar que ha vivido una vida de aventuras y ahora se ve reducido a depender de su hijo.
La dirección de Moser es notablemente sutil. Evita los clichés del melodrama familiar y opta por un estilo de observación directa, casi documental. La cámara se queda en sus personajes, permitiéndonos experimentar su desconcierto, su frustración y, en ocasiones, su afecto. Moser no busca juzgar a Walter; más bien, nos presenta un hombre atrapado entre sus responsabilidades, sus ambiciones y el peso emocional de cuidar a alguien que ya no puede cuidarse a sí mismo. Hay una cierta distancia irónica en la puesta en escena, que sirve para realzar la sensación de incomodidad y la alienación de Walter. Las escenas en el puerto, con el sonido del viento y el ruido del mar, son particularmente evocadoras y contribuyen a la atmósfera melancólica de la película.
Las actuaciones son excepcionales. Robert Pattinson, en un papel que parece forzado a primera vista, ofrece una interpretación magistral. Dejar a Pattinson fuera de los escenarios de superhéroes y demostrar su capacidad para interpretar personajes complejos y emocionalmente vulnerables es un alivio para el espectador. Su Walter es un hombre en crisis, incapaz de procesar sus emociones y presa de la ansiedad. Al mismo tiempo, el resto del reparto, especialmente Jacques Verbelle como el padre, es igualmente convincente. Verbelle transmite con maestría la fragilidad del anciano, sus recuerdos y la añoranza de un pasado que ya no puede recuperar. Las interacciones entre ambos personajes son palpables y llenas de matices.
El guion, escrito por Moser y Verbelle, se basa en un diálogo sencillo pero efectivo. La película no recursa en explicaciones innecesarias. En cambio, se centra en la comunicación no verbal, en los silencios, en las miradas y en las pequeñas acciones que revelan la complejidad de las relaciones familiares. La trama, aunque aparentemente lineal, está llena de pequeños detalles que enriquecen la experiencia cinematográfica y que invitan a la reflexión. Se trata de una película sobre la pérdida, sobre el paso del tiempo, pero también sobre la importancia de la conexión humana. No busca consuelos fáciles, sino que se atreve a mostrar la realidad cruda y a celebrar la belleza de los momentos imperfectos.
En definitiva, “Folks!” es una película que se queda en la memoria mucho después de que termina. Es una obra pequeña en escala, pero grandiosa en su alcance emocional. Una película que desafía las expectativas y que nos invita a contemplar la vida desde una nueva perspectiva. Es un triunfo para H.G. Moser y para el talento de sus actores.
Nota: 8/10