Foolish (1999)

“Foolish” no es una película que rompa moldes ni que redefine el género de comedia dramática. Sin embargo, se alza como una pequeña joya, un estudio sutil sobre las complejidades de la familia, la ambición desmedida y la frustración latente que acompaña a aquellos que persiguen sus sueños con un precio alto. La película, dirigida con una sensibilidad discreta por Ben Consolo, no se trata de hilaridad descontrolada, sino de momentos de tensión palpable y, paradójicamente, de una profunda melancolía.

La historia, centrada en la rivalidad entre dos hermanos, Leo (Andrew Wahl) y Marcus (David Gyate), se sitúa en el vibrante y despiadado escenario de Los Ángeles. Leo, un comediante atormentado por el rechazo y la constante búsqueda de su “momento”, busca desesperadamente la aceptación en los clubes de comedia locales. Marcus, por otro lado, se ha adentrado en el submundo criminal, operando como un brutal matón para su jefes, y se niega a perder el control, a pesar de las consecuencias. La llegada de una atractiva camarera, Evelyn (Julia Kang), desata una guerra territorial no solo en el ámbito profesional, sino también en el afecto, creando un drama doméstico con un toque de picardía y violencia.

El guion, aunque no complejo, funciona bien gracias a la prosa directa y a las líneas diálogos que reflejan la personalidad de cada personaje. La película evadía la tentación de ser excesivamente explicativa, permitiendo que la tensión entre los hermanos y el conflicto con Evelyn se desarrollara de forma orgánica. Consolo logra construir una atmósfera claustrofóbica, aprovechando la luz sombría de los clubes de comedia y los sótanos opresivos donde Marcus lleva a cabo sus actividades ilegales. La tensión no solo se transmite visualmente, sino también a través de las interpretaciones de los actores, quienes logran transmitir la frustración y la desesperación de sus personajes.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Andrew Wahl transmite de manera convincente la vulnerabilidad y el egoísmo de Leo, mientras que David Gyate se muestra inquietantemente implacable como Marcus. Julia Kang, que interpreta a Evelyn, aporta un toque de frescura a la historia, y aunque su personaje no está tan desarrollado como los otros, su presencia es vital para generar el conflicto central. Es notable la química entre los tres actores, que contribuye a que la película sea más que la suma de sus partes. La dirección artística, cuidada sin ser ostentosa, refuerza el ambiente de ambigüedad moral, donde la línea entre el bien y el mal se difumina constantemente.

En definitiva, “Foolish” es una película que no busca agradar a todo el mundo. Es un drama con elementos cómicos, un retrato de la ambición desmedida y una exploración del vínculo fraternal distorsionado por el egoísmo. No es un hito, pero sí una experiencia cinematográfica interesante y, a su manera, conmovedora. Es un pequeño estudio de personajes que, a pesar de su sencillez, deja una huella en la memoria del espectador.

Nota: 7/10