Forasteros en Nueva York (1999)

“Forasteros en Nueva York” es, en esencia, un retorno a la fórmula que consagró a Arthur Hill en su original de 1970, y la película de Steve Martin y Goldie Hawn, aunque moderna en su estética, no logra alcanzar la misma sutil comicidad y el retrato social tan preciso del filme original. La premisa, que nos presenta a los “forasteros” – un matrimonio de California, Pete y Marge Findlay – en una audición de trabajo que se transforma en un desastre cósmico en la vertiginosa Nueva York, es atractiva, pero la ejecución, si bien entretenida, resulta un tanto descarada y predecible.

La dirección de Richard L. Shelton es competente, pero carente de la audacia y el equilibrio que permitirían al material tener un mayor impacto. La película se mueve a un ritmo rápido, saturada de situaciones cómicas que, aunque generan risas, no logran profundizar en las emociones de los personajes. La ambientación de Nueva York, en general, es vibrante y colorida, y se aprecia el esfuerzo por recrear la energía frenética de la ciudad, pero se siente como una mera capa superficial que no se integra plenamente con la historia. Hay momentos, en especial en la secuencia de los taxis, que sí son particularmente memorables y funcionan a gran escala, pero en su mayoría el montaje se siente un poco torpe y carente de inventiva.

Las actuaciones de Martin y Hawn son sólidas, como era de esperar. Martin, en particular, aporta una vulnerabilidad y una comicidad física genuina a su papel, evitando caer en la caricatura. Hawn, como siempre, brilla con su ingenio y su capacidad para captar la atención del espectador. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, los personajes de Pete y Marge se sienten a veces planos y estereotipados. Sus reacciones, aunque divertidas, no siempre transmiten una comprensión profunda de sus miedos y frustraciones. La química entre los actores es palpable, pero no es suficiente para elevar la historia por encima de su trama básica.

El guion es el punto más débil de la película. Basado en la estructura del original, presenta situaciones absurdas y desordenadas, pero carece de la inteligencia social y el humor negro que hicieron tan memorable la versión de Hill. Las situaciones se presentan sin una reflexión subyacente sobre las aspiraciones, la alienación o la búsqueda de la felicidad en un entorno hostil. La película se basa en el "show, don't tell", lo cual, en teoría, podría ser positivo, pero aquí se traduce en una serie de gags desproporcionados y que no generan un verdadero impacto emocional. Se echa en falta una mayor profundidad y un análisis más perspicaz de las dificultades de los inmigrantes y la experiencia de la ciudad que nunca duerme.

En definitiva, “Forasteros en Nueva York” es un entretenimiento ligero y divertido, pero que no llega a ser más que un remake genérico de una película ya conocida. Si buscas una comedia inteligente y socialmente relevante, quizás debas buscar otras opciones. Pero si buscas una película para pasar un rato agradable y reírte un par de veces, puede que encuentres algo de satisfacción.

Nota: 6/10