Four Rooms (1995)

‘Four Rooms’ es una joya inquietante y profundamente atmosférica, una obra que, a pesar de su formato aparentemente fragmentado, logra construir una experiencia cinematográfica cohesiva y memorable. Sergio Leone, en su última gran aventura como director, nos entrega una noche de Nochevieja en un hotel de Los Ángeles que se transforma en un laberinto psicológico, un espejo deformado que refleja la miseria y las obsesiones de sus huéspedes. No es una película de acción convencional, sino un ejercicio de suspense narrativo que se sostiene gracias a la maestría de Leone en la creación de ambientes y la dirección de actores.

La película se articula en cuatro historias independientes, cada una presentada en una habitación diferente del hotel. Esta estructura, en principio, podría resultar confusa o incluso diluida. Sin embargo, Leone la resuelve con una elegancia admirable. Las secciones se superponen, se cruzan, se influyen mutuamente, creando una sensación de interconexión que amplifica el horror y la tensión. La paleta de colores, dominada por tonos oscuros y apagados, contribuye enormemente a esta atmósfera opresiva, casi claustrofóbica. La iluminación es magistral, empleando sombras y contrastes para sugerir peligros ocultos y desvelar gradualmente los destinos de cada personaje.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Giancarlo Giannini y John Phillip Law, como los gángsteres en disputa, mantienen una tensión palpable, transmitiendo la desesperación y la violencia inherente a su situación. Lee Remillard ofrece una interpretación escalofriante y sutil como la mujer amenazada, su rostro refleja una mezcla de miedo y determinación. Pero quizás la actuación más impactante la da James Woods, como el hombre que apunta a su esposa. Su mirada, llena de angustia y confusión, es profundamente perturbadora. El conflicto interno del personaje es palpable, y Woods lo articula con una intensidad que desafía al espectador.

El guion, coescrito por Leone y Carlo Theodorozzi, es una de las principales virtudes de la película. Es un guion inteligente y complejo que no se explica todo a la audiencia. Se deja espacio para la interpretación, para que cada espectador sacude sus propias conclusiones. La película utiliza el suspenso de manera brillante, revelando detalles poco a poco y manteniendo al público al borde del asiento. La historia no ofrece respuestas fáciles; en cambio, nos obliga a confrontar las complejidades de la naturaleza humana, la desesperación y la violencia que pueden acechar en lo más profundo de nuestras almas. Leone no busca la espectacularidad, sino la introspección, una exploración inquietante de la condición humana.

‘Four Rooms’ es una película que requiere atención y que recompensa al espectador que está dispuesto a sumergirse en su atmósfera densa y perturbadora. No es un entretenimiento ligero, sino una experiencia cinematográfica intensa y memorable. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos han finalizado.

Nota: 8/10