Fracchia la belva umana (1981)

“Fracchia la belva humana” (1978) no es una película fácil de digerir, ni tampoco pretende serlo. Es un experimento cinematográfico, una suerte de surrealismo italiano de los 70 que se aferra a la oscuridad y a la ironía para explorar los rincones más perturbadores de la condición humana. Paolo Villaggio, como siempre, dirige con una mirada peculiar, creando una atmósfera que es a la vez claustrofóbica y extrañamente divertida. La película no ofrece respuestas fáciles; más bien, nos arroja al espectador en medio de un caos que parece deliberadamente construido para desorientarnos. La dirección de Villaggio no busca el espectáculo, sino la acumulación de detalles que contribuyen a la sensación general de incomodidad y desasosiego.

La dupla de actuación entre Villaggio y Lino Banfi es el corazón palpitante de la película. Banfi, en un papel que parece diseñado específicamente para explotar su capacidad para el humor absurdo, es, simplemente, brillante. Su interpretación como el hombre más desgraciado del mundo es una obra maestra de la comedia negra, llena de momentos de pura desesperación y, paradójicamente, de humor. Villaggio, en el papel del criminal más infame, complementa a Banfi con una presencia calmada pero amenazante. El contraste entre ambos personajes es lo que hace que la dinámica de la película sea tan fascinante y, a la vez, inquietante. Pero, más allá de los dos protagonistas, la película se beneficia enormemente de la presencia de Anna Mazzamauro, que aporta un alivio cómico inesperado y una inteligencia genuina a la trama.

El guion, escrito por Luigi Martellaro y Giovanni Ferreri, es un laberinto de situaciones absurdas, diálogos mordaces y referencias a la cultura popular de la época. No hay una narrativa lineal; la historia se desarrolla a través de una serie de encuentros y conversaciones que revelan lentamente las vidas y las motivaciones de los personajes. El guion no rehúye de la violencia, pero ésta se presenta de forma surrealista y simbólica, más que explícita. La película explora con sutileza pero con firmeza la idea de la identidad, preguntándose si podemos realmente definirnos por nuestras acciones o si, en última instancia, somos simplemente productos de nuestras circunstancias. La comedia se mezcla con la tragedia de manera magistral, creando un efecto dramático que se mantiene hasta el final.

“Fracchia la belva humana” es una película que requiere atención y cierta predisposición para la experimentación. No es un entretenimiento ligero, pero ofrece una experiencia cinematográfica única y memorable. Es una película que permanece en la memoria, invitando a la reflexión sobre la naturaleza de la identidad, la soledad y la búsqueda de sentido en un mundo caótico. La película se encuentra, en definitiva, en una zona gris donde la risa y el horror coexisten, dejando al espectador con una sensación de extrañeza perpetua. Es una joya olvidada del cine italiano, digna de ser redescubierta.

Nota: 7.5/10