Frank & Lola (2016)

“Frank & Lola” es una película de culto, una joya oscura y perturbadora que se ancla a las entrañas del cine independiente. Dirigida con una atmósfera visceral por David Robert Mitchell, la película no se presenta como un thriller convencional, sino como un estudio de personajes atormentados, un retrato de la obsesión y la autodestrucción, todo ello envuelto en una estética que recuerda a las películas de los años 70, especialmente a “Taxi Driver” o “Night Moves”. El resultado es inquietante, memorable y, a su manera, impactante.

La trama, aparentemente simple, se centra en Frank, un chef con una vida aparentemente normal en Las Vegas. Su rutina se ve sacudida por la llegada de Lola, una mujer enigmática que parece emanar una oscuridad latente. La atracción es inmediata, pero también la traición. Este acto inicial, que marca un punto de inflexión crucial, desencadena una espiral descendente que lleva a Frank a un viaje por Europa, buscando venganza, pero también, paradójicamente, un autodescubrimiento doloroso. Mitchell no se limita a narrar los hechos; se sumerge en la psique de Frank, mostrando su desorientación, su vulnerabilidad y su creciente paranoia. La película se centra en el *cómo* de la obsesión, no tanto en el *qué*.

Las actuaciones son excepcionales. Jake Gyllenhaal entrega una interpretación magistral, con una intensidad palpable. Su Frank es un hombre roto, un alma en pena consumida por el remordimiento y el deseo de redención. Sin embargo, su interpretación no cae en la caricatura del lunático. Gyllenhaal logra transmitir la complejidad de un personaje que se debate entre la culpa, la esperanza y la desesperación. El resto del reparto, particularmente Rebecca Charayeff como Lola, aporta un toque de frialdad y misterio que complementa a la perfección la actuación de Gyllenhaal. La química entre ambos es fundamental para la tensión que impregna la narrativa.

En cuanto al guion, David Robert Mitchell ha logrado un equilibrio notable entre la trama, el ritmo y la atmósfera. La película se desarrolla con una lentitud deliberada, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente. Las secuencias de acción, aunque escasas, son impactantes y se sienten orgánicas dentro del desarrollo de la historia. El guion no ofrece explicaciones fáciles; deja al espectador con preguntas y reflexiones. La película, a su vez, se basa en el *mostrar* en lugar del *contar*. Este enfoque, junto con la banda sonora inquietante, contribuye a crear un ambiente de constante incomodidad, que persiste incluso después de que los créditos finales hayan empezado a rodar. El uso del color y la iluminación es particularmente notable, reforzando la atmósfera onírica y opresiva que define la película.

En definitiva, "Frank & Lola" es una experiencia cinematográfica intensa y perturbadora, una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la obsesión, el poder del pasado y la fragilidad de la condición humana. No es una película para todos los públicos, pero para aquellos que aprecien el cine de autor, la estética oscura y las historias complejas, será una joya atemporal.

Nota: 8/10