“Frantz” de Julian Schnabel es una película de atmósfera densa y emocionalmente compleja, que nos sumerge en la desolación post-bélica de un pequeño pueblo alemán. La película, a primera vista, podría parecer un melodrama sentimental recurrente, pero en realidad es mucho más que eso: es una exploración sutil y perturbadora de la memoria, el trauma y el impacto psicológico de la guerra. Schnabel, conocido por su estilo visual distintivo y su enfoque en temas oscuros, ha logrado crear una experiencia cinematográfica única, aunque no siempre fácil de digerir.
El film se centra en Anna, interpretada con una fragilidad magnética por Vicky Krieps. Su obsesión por la tumba de su prometido, Frantz, es la fuerza motriz de la narrativa. Krieps logra transmitir la profundidad de su duelo y la confusión que la rodea con una intensidad palpable. Su mirada, llena de anhelo y desesperación, se convierte en el centro de atención. No obstante, la película no se detiene en la mera representación del dolor; la explora desde una perspectiva más amplia, cuestionando la naturaleza de la memoria y su capacidad para distorsionar la realidad. La actuación de Krieps es, sin duda, uno de los puntos fuertes del film.
La trama, aunque inicialmente aparentemente simple, se complica a medida que Adrien, un joven de origen desconocido, aparece en la vida de Anna. La presencia de Adrien, interpretado por Denis Ménochet, actúa como catalizador de una serie de eventos que sacuden la estabilidad del pueblo. Schnabel no ofrece respuestas fáciles; en lugar de proporcionar un desenlace lineal y satisfactorio, nos entrega un relato ambiguo, lleno de pistas y sugerencias, que invita a la reflexión. La actuación de Ménochet es sutil pero efectiva, dotando al personaje de una melancolía y un misterio que se mantienen hasta el final. No se limita a ser un "amigo" o un alivio al dolor de Anna, sino que representa una puerta a la incertidumbre.
La dirección de Schnabel es, como siempre, magistral. Utiliza la fotografía en blanco y negro para crear una atmósfera opresiva y melancólica, que refleja el estado emocional de los personajes y el ambiente de la época. El uso de la luz y la sombra es particularmente notable, generando un juego visual rico en simbolismo. La banda sonora, también en blanco y negro, refuerza esta atmósfera, complementando la inmersión en el mundo de la película. No obstante, la película puede sentirse a veces lenta, y algunas escenas podrían haberse beneficiado de un ritmo más ágil. Sin embargo, esta deliberada lentitud es quizás una estrategia intencional para reflejar la pesadez emocional del tema.
En definitiva, “Frantz” es una película que exige paciencia y una mente abierta. No es una obra fácil, pero ofrece una experiencia cinematográfica memorable y provocadora, que explora temas universales como el amor, la pérdida y la búsqueda de la verdad. Es una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales se han desenrollado.
Nota: 7/10