“Freaks” (2023) no es una película que te deje indiferente, y es precisamente esa intencionalidad la que la convierte en una experiencia cinematográfica a la vez perturbadora y fascinante. La película de la joven directora Camille Rodriguez, si bien comparte elementos de otros thrillers psicológicos, logra construir una atmósfera única gracias a su enfoque en la desconfianza, la fragilidad emocional y el análisis de las relaciones familiares distorsionadas. La historia, como la mencionamos, se centra en la hija de un padre obsesionado, que se ve sumergida en una serie de eventos extraños tras la aparición de un enigmático personaje, el Sr. Snowcone.
La dirección de Rodriguez es audaz y meticulosa. La película evoca una sensación constante de inquietud, no a través de sustos baratos, sino mediante una paleta de colores apagados, una fotografía oscura y claustrofóbica, y un ritmo pausado que permite que la tensión se acumule de forma orgánica. El uso de los espacios cerrados, la casa como símbolo de la prisión emocional, es efectivo y contribuye a la sensación de atrapamiento tanto físico como psicológico. Observamos cómo la luz y la sombra se convierten en elementos clave para la narrativa, representando la dualidad de la realidad y la mentira que ambos personajes, padre e hija, construyen para protegerse mutuamente. Sin embargo, esta lentitud también puede resultar un obstáculo para algunos espectadores, requiriendo paciencia y predisposición para dejarse llevar por el proceso gradual de revelación.
El núcleo de la película reside en la interpretación de las actuaciones. El actor principal, James Norton, como el padre, ofrece una interpretación excepcionalmente sutil y convincente. Su caracterización del hombre desgarrado por el dolor y la obsesión es impecable, transmitiendo un miedo palpable y una vulnerabilidad que generan empatía, a pesar de sus acciones. No es un villano caricaturesco, sino un ser humano roto, atrapado en un ciclo de paranoia y control. Pero la verdadera revelación reside en la interpretación de la joven actriz, Maisie Virgo, como la hija. Su desempeño es extraordinario. Captura con maestría la inocencia infantil, el miedo creciente y la gradual toma de conciencia ante lo que sucede a su alrededor. Virgo no recurre al melodrama, sino que transmite su personaje con una honestidad y una profundidad emocional sorprendentes, lo que convierte su arco narrativo en el corazón de la película.
El guion, aunque no exento de algunos momentos predecibles en cuanto al desarrollo de la trama, se beneficia enormemente de su enfoque en la exploración de temas complejos como el trauma familiar, el control, la identidad y la búsqueda de la verdad. La película plantea interrogantes sobre la naturaleza de la familia, la responsabilidad y el impacto del pasado en el presente. La ambigüedad moral de los personajes y la forma en que se definen entre el bien y el mal hacen que “Freaks” no sea una película fácil de digerir, pero sí profundamente estimulante. Es una película que te obliga a reflexionar sobre tus propios prejuicios y tu percepción del mal. La conclusión, si bien abierta a interpretaciones, deja una sensación de incomodidad satisfactoria, reflejando la inquietud que ha acompañado a la película durante toda su duración.
Nota: 7.5/10