“Freddy el colgao” (Freddy’s Dead: The Final Chapter), la última entrega de la saga de Freddy Krueger, no es el clímax que muchos esperaban. No se trata de una conclusión satisfactoria, sino de una conclusión que, si bien mantiene algunos elementos característicos de la franquicia, se siente extrañamente desconectada de sus predeces. El film, dirigido por Robert Frankenberg, opta por una atmósfera opresiva y oscura, reflejo de la crisis familiar que impulsa la trama, pero a veces sacrifica la emoción en busca de un estilo visual más experimental, lo que puede resultar desconcertante para el espectador. La dirección, aunque intenta ser innovadora, se ve a veces eclipsada por la historia que intenta contar.
El guion, escrito por un equipo que no incluyó a Wes Craven, se centra en la dinámica familiar deshilachada de los Kerr. Freddy, atormentado y resentido, busca venganza contra la familia que lo destruyó. La premisa de que su propia casa se convierte en el escenario de una serie de sus sueños, es una idea interesante que explora la paranoia y la dislocación psicológica. Sin embargo, la historia se siente a veces apurada y carente de profundidad. Los personajes, en general, no están bien desarrollados, y sus motivaciones no siempre son claras. La trama se complica con la aparición de un nuevo personaje, un detective que investiga los rumores sobre el abuso, lo que añade una capa de intriga, pero también contribuye a la sensación de que la película se está desviando de su núcleo emocional.
Las actuaciones son decentes, aunque no particularmente memorables. Johnny Depp, como Freddy Krueger, ofrece una interpretación sutil y perturbadora. Logra transmitir el resentimiento y la frustración del personaje sin caer en la exageración, aunque su apariencia física, con un maquillaje más tosco que en entregas anteriores, resta algo de impacto. Jackie Earle Haley, como el detective, ofrece un desempeño sólido, pero su personaje se queda plano. El resto del reparto, formado por miembros de la familia Kerr, realiza un trabajo competente, pero no dejan una impresión duradera. La química entre los actores es, en general, débil, lo que dificulta la conexión emocional con los personajes.
Visualmente, la película es un cambio radical con respecto a las entregas anteriores. Frankenberg se distancia de los elementos góticos y sangrientos que caracterizaron la saga y opta por un estilo más realista y sombrío. La paleta de colores es predominantemente grises y oscuros, lo que contribuye a la atmósfera de desesperación y paranoia. El uso de la cámara es experimental, con planos cerrados y movimientos de cámara fluidos que crean una sensación de inquietud. Sin embargo, esta estética a veces resulta fría y distante, impidiendo que el espectador se involucre emocionalmente con la historia. La banda sonora, que combina elementos electrónicos y orquestales, es efectiva para crear tensión, pero a veces es demasiado intrusiva.
En resumen, "Freddy el colgao" es una película decente pero olvidable. Ofrece algunas ideas interesantes y presenta una atmósfera opresiva, pero carece de profundidad emocional y de una resolución satisfactoria. No logra capitalizar el legado de la saga de Freddy Krueger, y se siente más como una revisión que como una conclusión digna. Es una película que, si bien puede interesar a los fans más acérrimos, no tendrá un gran impacto en el público general.
Nota: 5/10