“Frenesí” (Fury), la nueva propuesta de David Fincher, no es simplemente una película de crimen; es un ejercicio visceral, un retrato perturbador de la angustia y la desesperación que reside en el alma humana. Fincher, conocido por su meticulosidad y su maestría en la construcción de atmósferas, regresa con un thriller que, aunque no alcanza la perfección de obras anteriores como “Memento” o “Se7en”, ofrece una experiencia cinematográfica intensamente inquietante y memorable.
La dirección de Fincher es, como siempre, impecable. Cada fotograma está cuidadosamente calibrado, cada plano construido con una precisión casi obsesiva. El uso de la colorimetría, especialmente el contraste entre el verde enfermizo de la ciudad y el rojo opaco de la violencia, contribuye a generar una atmósfera de creciente tensión. Fincher no se limita a mostrar la violencia; la implica, la visualiza en la desesperación de los personajes, en el ruido blanco de la angustia, en la textura misma de la película. La fotografía de Harris Savides es particularmente notable, con un juego de luces y sombras que se asemeja a una pesadilla lúcida.
El guion, adaptado de la novela de Oyinkan Brazy, es el punto más discutible. Si bien la premisa, una serie de asesinatos aparentemente conectados a través de una agencia matrimonial, es original e intrigante, la ejecución se siente, en ocasiones, un poco forzada. Las conexiones entre los personajes y los asesinatos no siempre resultan lógicas, y algunos giros argumentales se sienten predecibles. Sin embargo, la película logra mantener el interés gracias a su ritmo implacable y a la complejidad psicológica de sus personajes. La escritura no se centra tanto en la trama en sí, sino en la exploración de las relaciones dañadas, la soledad y el sentimiento de vacío.
El elenco es extraordinario. Jake Gyllenhaal ofrece una actuación deslumbrante como Marlowe, el detective encargado de investigar los crímenes. Su interpretación es sutil, enigmática, y llena de matices. Captura a la perfección la frustración, el cansancio y la incomodidad moral de un hombre que se encuentra ante un caso que le atormentará por mucho tiempo. Rosamund Pike, en el papel de Lilly, la camarera que se convierte en la principal sospechosa, aporta una presencia magnética y una interpretación inquietantemente fría. El resto del elenco, incluyendo a Michael Shannon, añade capas de complejidad a la trama. Es importante destacar la economía en las actuaciones; Fincher apuesta por la sutileza y la implicación, evitando la sobreactuación y permitiendo que las emociones de los personajes se transmitan a través de la mirada y el lenguaje corporal.
“Frenesí” es una película que no ofrece respuestas fáciles. No se trata de un thriller clásico con un villano que se revela al final. Más bien, es una reflexión sobre la fragilidad de la condición humana, la incapacidad de escapar del propio dolor y la búsqueda de significado en un mundo caótico. La película es perturbadora, incómoda, pero también fascinante. Fincher consigue, en última instancia, crear una experiencia cinematográfica que perdura mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Un logro considerable.
Nota: 8/10