Frenos rotos, coches locos (1980)

“Frenos rotos, coches locos” es una película que, a primera vista, podría parecer otra de las innumerables comedias de crímenes que inundan la oferta cinematográfica actual. Sin embargo, tras un inicio ligeramente lento, la película se revela como una pieza sorprendentemente intrigante y con una buena dosis de crudeza, aunque lejos de la grandilocuencia que podría haberle soñado. La dirección de George Corley, en su debut cinematográfico, se muestra segura, especialmente en la creación de un ambiente visceral y en la exploración de las relaciones fraternales, que son el núcleo argumental de la historia. La película no busca la espectacularidad o los efectos especiales, sino que se centra en la tensión psicológica y en la construcción de personajes creíbles, lo que le otorga un valor añadido considerable.

El reparto es fundamental para el éxito de la película. Eric Roberts, en el papel de Roy Fuchs, ofrece una actuación magistral. Logra transmitir la ambición desmedida y la falta de escrúpulos de su personaje con una frialdad palpable. Su Roy es un hombre despiadado que justifica sus acciones con una lógica retorcida, y Roberts lo hace con una convicción que te hace desconfiar de él en cada plano. Sin embargo, la verdadera joya del film es, sin duda, la interpretación de Joseph Cross como Luke Fuchs. Cross logra capturar la bondad y la vulnerabilidad de su personaje de forma conmovedora. Luke no es un héroe, sino un hombre con defectos, pero su amor por su familia y su integridad moral lo convierten en un personaje por el que te sientes genuinamente empático. La química entre ambos actores es excelente, y sus interacciones son el corazón de la película.

El guion, aunque no particularmente original en su planteamiento, presenta algunas situaciones muy bien construidas y diálogos que mantienen el interés del espectador. La trama avanza a un ritmo constante, evitando los momentos de dilación innecesarios y manteniendo la tensión hasta el final. Los flashbacks, utilizados con moderación, sirven para revelar detalles sobre el pasado de los hermanos y para profundizar en su relación. La película no se adentra en detalles excesivamente complejos, lo que la hace accesible para un público amplio. La película, sin embargo, podría haberse beneficiado de un mayor desarrollo de los personajes secundarios, quienes parecen, en su mayoría, meros peones en el juego de Roy y Luke. Además, el final, aunque satisfactorio, resulta un poco abrupto y podría haberse explorado más.

En definitiva, “Frenos rotos, coches locos” es una película con un gran potencial, coronada por actuaciones sólidas y una dirección competente. Si bien no alcanza la excelencia absoluta, ofrece una experiencia cinematográfica recomendable para aquellos que aprecien las historias sobre la ambición, la familia y los negocios turbios. Es una película que te deja pensando en las consecuencias de las decisiones que tomamos y en la importancia de los vínculos familiares. Es un debut prometedor para George Corley, y seguro que nos veremos su trabajo en el futuro.

Nota: 7/10