Frente al mar (2015)

“Frente al mar” (À l’eau claire) es un drama psicológico que se instala en la Riviera Francesa de los años 70 y, a pesar de su aparente simplicidad, te roba la tranquilidad de un modo inquietante. La película de Marina de Van, aclamada en festivales, no ofrece sorpresas deslumbrantes ni giros argumentales arriesgados, pero sí construye una atmósfera de creciente tensión y desconfianza a través de una dirección precisa y actuaciones sólidas. La película se centra en la llegada de Roland y Vanessa a un idílico pueblo costero, buscando un respiro de un matrimonio en crisis. La belleza idílica del entorno, la luz mediterránea y la música suave contribuyen a crear una sensación de bienestar inicial, que se disipa progresivamente con el desarrollo de la trama.

La dirección de Van es notablemente contenida, pero efectiva. Evita los artificios narrativos y se centra en las sutiles señales, las miradas, los silencios, para revelar la creciente animosidad entre los personajes. No se revela demasiada información de golpe; la tensión se acumula de forma gradual, alimentada por la sensación de que todo el mundo guarda un secreto. La película funciona de manera magistral en su quietud. Se percibe que la historia no se cuenta de forma lineal, sino que se revela a través de las interacciones entre los personajes y de la observación de sus actos. Esta aproximación a la psicología humana es lo que la convierte en una experiencia tan perturbadora. La fotografía de Frédéric Fonteyne es exquisita, capturando la luz natural y la belleza del paisaje, pero también utilizando el color y la composición para enfatizar el ambiente opresivo que se va instalando.

Las actuaciones son excepcionales. Ben Whishaw y Léa Seydoux, interpretando a Roland y Vanessa, logran transmitir con autenticidad la fragilidad de su matrimonio y la amargura de sus corazones. Whishaw, en particular, ofrece una actuación sutil y conmovedora, mostrando la desesperación y la incomunicación de Roland con una mirada intensa. Seydoux, como siempre, es inigualable. El resto del elenco, incluyendo a Samuel Theis, Diane Kruger y Sandrine Bonnaire, también realizan un trabajo admirable, aportando matices a los personajes secundarios y contribuyendo al creciente clima de desconfianza. Particularmente el papel de Patrice, interpretado con una frialdad glacial por Bonnaire, es un excelente ejemplo de la habilidad de la actriz para transmitir emociones complejas sin recurrir a la teatralidad.

El guion, adaptado de la obra teatral homónima de Ferdinand Denis, es inteligente y bien construido. Aunque la trama es relativamente sencilla, plantea preguntas sobre la naturaleza del amor, la traición, la culpa y el pasado. La película no ofrece respuestas fáciles; más bien, invita al espectador a reflexionar sobre las consecuencias de las decisiones que tomamos y la dificultad de escapar del pasado. La ambigüedad moral de los personajes es un elemento clave de la película. Ninguno de ellos es completamente bueno o malo, y las motivaciones de cada uno son complejas y a menudo contradictorias. Esta falta de una visión maniquea en la representación de los personajes hace que la película sea mucho más interesante y duradera.

En definitiva, “Frente al mar” es una película inquietante, inteligente y bien actuada que te deja con una sensación de incomodidad. No es un drama fácil de ver, pero su fuerza reside en su capacidad para retratar la fragilidad de las relaciones humanas y la persistencia de las heridas del pasado. Es una obra que se queda en la mente mucho tiempo después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar.

Nota: 8/10