Fuego con fuego (1986)

“Fuego con Fuego” (originalmente “Fire with Fire”) no es una película que te llama la atención desde el principio, pero como un buen vino tinto, se va reduciendo y complejizando con el tiempo. Dirigida por el talentoso, aunque a veces predecible, Sean Penn, la película es un estudio de personajes y de la desesperación infantil, una historia de anhelo y de los caminos que nos llevan a la autodestrucción. Penn, que también actúa, logra crear una atmósfera densa y opresiva, una sensación constante de peligro latente que se palpa en cada fotograma.

La película se centra en la relación accidental entre Joe Fisk, interpretado con una vulnerabilidad palpable por Robert Pattinson, y Lisa, interpretada por Madelaine White. Pattinson ofrece una actuación sutil pero contundente, transmitiendo la frustración y el vacío de un joven que se siente desolado y aislado. No busca gestos dramáticos, sino que se concentra en los pequeños detalles, en la forma en que Joe mira al mundo, en la forma en que intenta conectar con los demás. White, por su parte, es igualmente convincente, representando la angustia y la resignación de una chica que ha perdido la fe en la bondad humana. Sus interacciones, breves y cargadas de una emoción contenida, son el corazón de la película.

El guion, aunque no se llena de giros inesperados, se centra en la construcción psicológica de los personajes. La película no intenta ofrecer soluciones fáciles ni moralizar sobre el mal. En cambio, se sumerge en las complejidades de las vidas de estos jóvenes marginados, explorando las razones que los han llevado a la calle y el miedo a volver a caer. La escritura, a veces lenta pero deliberada, construye un sentido de urgencia que impregna cada escena. Sin embargo, hay momentos en los que la película se vuelve un poco excesiva en su lentitud, perdiendo un ritmo efectivo. La dirección de Penn, aunque excelente en el ambiente y la atmósfera, a veces se inclina hacia el melodrama, algo que podría haber sido evitado con una mayor moderación.

La fotografía de Hoyte van Hoytema es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Los paisajes desolados de Montana se convierten en un reflejo de la soledad y el aislamiento de los personajes. Los colores apagados, las sombras largas y la iluminación natural contribuyen a crear una atmósfera inquietante y melancólica. La banda sonora, igualmente efectiva, amplifica la sensación de vulnerabilidad y desesperación. En general, "Fuego con Fuego" es una película que no busca ofrecer respuestas fáciles, sino que invita al espectador a reflexionar sobre la condición humana, la pérdida, el anhelo y la búsqueda de la conexión en un mundo a menudo indiferente. Es una película que se queda con uno mucho después de que los créditos finales terminan de rodar.

Nota: 7.5/10