“Fulltime Killer” no es precisamente una obra maestra del thriller, pero logra ser una propuesta entretenida y, en cierto modo, perturbadora. La película, bajo la dirección de Stephen Kroll, se aferra a un concepto interesante: un asesino a sueldo profesional en un estado de aislamiento extremo, forzado a lidiar con un mundo que nunca pidió, y con la amenaza de un rival despiadado. Y, aunque a veces se permite caer en la exageración, el resultado es, en general, más efectivo de lo que podría parecer inicialmente.
La puesta en escena se centra en Mark (Ryan Kwanten), nuestro protagonista, un hombre consumido por un pasado doloroso y una vida dedicada a la muerte. Kwanten ofrece una actuación convincente, transmitiendo la frialdad y la deshumanización de un hombre que se ha convertido en un instrumento de violencia. Sin embargo, el guion, escrito por Kroll y Kylan Breelyn, no siempre logra profundizar en la psicología de Mark, permitiendo que su aislamiento parezca, a veces, algo superficial. El desarrollo del personaje se beneficia de momentos de vulnerabilidad que, si bien son breves, proporcionan una conexión con el espectador y justificación a sus actos.
La inclusión de Chin (Erika Coronado) y Tok (Robert Hoffman) aporta un dinamismo interesante al relato. Tok, en particular, es un personaje memorizable, un rival que no se conforma con un simple enfrentamiento. Su motivación, aunque cliché en algunos momentos, sirve como un motor para la trama, y Hoffman le da una intensidad palpable. La interacción entre Chin y Tok, llena de tensión y humor negro, es uno de los puntos fuertes de la película. La relación entre ambos se construye de una manera que añade un interesante matiz al thriller.
Si bien la película se apoya en elementos de acción y suspense, la dirección de Kroll se distingue por su atmósfera opresiva. La fotografía, con una paleta de colores predominantemente fríos y oscuros, contribuye a crear una sensación de inquietud constante. La banda sonora, minimalista pero efectiva, intensifica la tensión en los momentos clave. El ritmo es bastante ágil, manteniendo el interés del espectador a lo largo de su duración, evitando caer en la inercia. No obstante, el final, que intenta ofrecer una resolución dramática, se siente un poco forzado y podría haber sido más sutil y, quizás, más impactante.
En definitiva, “Fulltime Killer” es una película de acción y suspense que, a pesar de sus imperfecciones, ofrece una experiencia cinematográfica entretenida y con algunos momentos de suspense bien trabajados. No es una película que marque una época, pero su propuesta original y las actuaciones convincentes la convierten en una opción recomendable para los amantes del género.
Nota: 6/10