“Funerarias S.A.”, la reciente comedia negra de Simon Curtis, es una película sorprendentemente cautivadora, aunque no exenta de peculiaridades. A primera vista, la premisa – la historia de un amor no correspondido y la lenta pero implacable rotura de la rutina en un negocio de pompas fúnebres en un pueblo galés – podría parecer lánguida. Sin embargo, el director logra un equilibrio delicado entre la monotonía existencial y la liberación humorística, creando una experiencia cinematográfica memorable.
La película se beneficia enormemente de las interpretaciones de sus actores principales. Alfred Molina, como Boris Plotz, ofrece una actuación magistral. Captura con perfección la tristeza contenida, el resentimiento latente y, finalmente, la chispa de la rebeldía que se despierta en su personaje. Su Boris es un hombre que ha entregado su vida a una existencia predecible, pero que, a pesar de su timidez, conserva un fuego interior que se reaviva con el retorno de Betty. Brenda Blethyn también brilla con intensidad como Betty, cuya devoción por Boris se ve confrontada con el peso de las expectativas familiares y sus propios deseos. Robert Pugh, como el implacable Hugh Rhys Jones, aporta la gravedad adecuada a un personaje que representa la tradición y el conservadurismo del pueblo. Pero la verdadera joya del reparto es Christopher Walken, que se desvive en el papel del excéntrico director de la funeraria rival, Walter. Su actuación es pura comedia, llena de gestos exagerados y diálogos ingeniosos, y aporta un contraste visual y emocional bienvenido a la historia.
El guion, a cargo de Curtis y Simon Pegg, es inteligente y subraya las miserias de una existencia en la que el tiempo se diluye en la rutina. La ambientación en el entorno rural galés es impecable, realzando la sensación de aislamiento y la desesperación de los personajes. No se trata de una sátira mordaz, sino de una observación sutil y, a veces, melancólica de la condición humana: el anhelo de un amor perdido, el peso de las responsabilidades y la lucha contra el tedio. La incorporación de la rivalidad con Walter y la idea de los funerales temáticos funciona como un catalizador para la transformación de Boris, demostrando que incluso las situaciones más cotidianas pueden ser el detonante de un cambio radical. La película no teme explorar temas incómodos como el envejecimiento, la soledad y la falta de propósito, pero lo hace con un humor negro inteligente y sin caer en la caricatura.
Sin embargo, la película no está exenta de algunas fallas. La trama se desarrolla a un ritmo pausado que podría resultar tedioso para algunos espectadores, y la resolución final, aunque satisfactoria, es un tanto simplificada. A pesar de estas pequeñas imperfecciones, “Funerarias S.A.” es una comedia negra original y evocadora, que ofrece una reflexión sobre la vida y el amor a través de una historia inusual y personajes inolvidables. Es una película que te hace reír, pero también te hace pensar.
Nota: 8/10