FX: Efectos mortales (1986)

“FX: Efectos Mortales” no es, sin duda, una película que dejará una huella imborrable en el cine de suspense, pero sí que ofrece una experiencia cinematográfica que provoca reflexión y, sobre todo, que te mantiene pegado a la pantalla hasta el final. La premisa inicial, la contratación de un maquillador de efectos especiales por parte del FBI para simular un asesinato, es inteligente y funciona como un excelente punto de partida para un thriller que se adentra en temas más profundos que la simple trama de engaños y conspiraciones.

La dirección de David Fincher, aunque no es su obra más pura, se nota en cada fotograma. Fincher, con su habitual meticulosidad y atención al detalle, construye una atmósfera opresiva y paranoica que se respira desde las primeras escenas. Utiliza la cámara con maestría, creando planos largos que permiten al espectador absorber cada detalle, cada mirada, cada gesto. La película no se apresura, sino que se toma su tiempo para tejer una red de mentiras y secretos que, al final, se revelan con una justificación lógica, aunque no necesariamente convencional. La banda sonora, igualmente, juega un papel fundamental, creando tensión y amplificando las emociones del espectador. Se percibe una sutil inquietud que subyace a todo, un presagio de lo que está por venir.

La película se basa en gran medida en el peso de las actuaciones, y en este terreno, destaca sin duda Robert De Niro. Su interpretación como el mafioso Victor Crespi es magistral. A pesar de su papel, De Niro aporta una vulnerabilidad y una complejidad que desafían las expectativas del espectador. Es un personaje que no es simplemente el villano, sino un hombre con un pasado oscuro y, quizás, con razones para actuar de la forma en que lo hace. También merece especial mención la interpretación de Jake Gyllenhaal, quien ofrece una representación creíble y matizada del maquillador Ed Marinac. La química entre los dos actores es palpable, y su relación evoluciona a lo largo de la película, pasando de la simple colaboración a una compleja alianza de supervivencia. El resto del reparto, aunque menos prominente, cumple con sus funciones, ofreciendo personajes secundarios convincentes y bien definidos.

El guion, adaptado de la novela de James Ellroy, es inteligente y no se limita a la mera trama de engaños. Aborda temas como la pérdida de la inocencia, la fragilidad de la verdad, la corrupción del poder y la naturaleza de la identidad. La película plantea interrogantes morales que invitan al espectador a reflexionar sobre la ética de las acciones de los personajes, sobre las consecuencias de mentir y sobre la dificultad de escapar del pasado. Es un guion que, aunque complejo, es accesible y que mantiene al espectador enganchado hasta la última escena. Sin embargo, la película podría haber beneficiado de una mayor exploración de algunos personajes secundarios y de un desarrollo más profundo de ciertos aspectos de la trama. La lentitud del ritmo, aunque contribuye a la atmósfera de tensión, también puede resultar frustrante para algunos espectadores.

Nota: 7.5/10