Galaxina (1980)

“Galaxina” es una película de ciencia ficción retro que, más allá de su evidente homenaje a las películas de space western de los años 70, emerge como una experiencia visual y sonora sorprendentemente memorable. La dirección de Joe Pytka, responsable de trabajos visuales icónicos para la música de David Bowie y Pink Floyd, se destaca por su exuberancia y su evidente amor por el diseño de producción. Pytka crea un universo propio, un caleidoscopio de colores vibrantes, vehículos imposibles y paisajes extraterrestres dignos de un sueño febril. La película no busca la sofisticación ni la profundidad temática, sino que se entrega por completo a la estética y al ritmo frenético que la caracteriza. Esa apuesta visual es, sin duda, su punto fuerte.

Las actuaciones son... peculiares. David Neilson, como el Sargento Thor, personifica a la perfección el arquetipo del héroe duro y descarado. Su sensualidad, un guiño a las películas de acción de la época, es intencionada y funciona, aunque a veces puede resultar un poco forzada. La química entre Neilson y la voz robótica de Galaxina, interpretada por una actriz invisible, es, sorprendentemente, efectiva. La dinámica entre Thor y Galaxina genera momentos divertidos y, en ocasiones, incluso conmovedores. Mark Robinson, como el Capitán Cornelius Butt, ofrece un papel cómico que roza la caricatura, pero lo hace con un encanto genuino. La actuación de Buzz, interpretada por John Saxon, es más discreta, pero contribuye a la atmósfera general de caos y diversión.

El guion de Pytka, coescrito por él mismo, es deliberadamente simple y directo. Se centra en la aventura y el entretenimiento, sin pretender ofrecer reflexiones profundas sobre la moralidad o la condición humana. A veces, la trama se siente un poco precipitada y los diálogos son bastante básicos, pero esto forma parte de la película. “Galaxina” juega con la familiaridad de las convenciones del género espacial, pero las subvierte y las explota de forma inteligente. La banda sonora, una mezcla ecléctica de rock, soul y música electrónica, es otro elemento clave del éxito de la película, creando una atmósfera emocionante y llena de energía. La búsqueda de la “Estrella Azul” se convierte en una especie de peregrinaje místico, pero con un toque de humor absurdo. El uso del sonido, especialmente los coros celestiales que acompañan al nombrar la estrella, es particularmente impactante y memorable.

En definitiva, “Galaxina” es una película que se disfruta más por su espíritu aventurero y su estética retro que por su contenido. No es una obra maestra del cine, pero es un ejercicio de imaginación y un festín visual que evoca la magia de las películas de ciencia ficción de los 70. Una experiencia cinematográfica nostálgica y, de alguna manera, refrescante.

Nota: 7/10