Ganar de cualquier manera (1994)

“Ganar de cualquier manera” es una película que, a pesar de su premisa atractiva y su atmósfera de drama deportivo, se siente a menudo como una pieza incompleta, un esbozo de lo que podría haber sido. La película, dirigida por John Lee Hancock, nos presenta a Hank Leland, un entrenador universitario desengañado que lucha por salvar su equipo de la ruina. Ante la inminente quiebra del programa, Leland se encuentra ante una decisión desgarradora: aceptar la financiación de un multimillonario empresario, Stuart Price, a cambio de fichar a tres jugadores estrella que prometen el éxito, pero que implican compromisos éticos cuestionables. La película, en esencia, explora las tensiones entre la ambición, la integridad y el sacrificio.

La dirección de Hancock mantiene un ritmo constante, aunque a veces se siente un tanto plano. Se centra en el conflicto interno de Leland, interpretado magistralmente por Clint Eastwood. Eastwood, en su madurez actoral, ofrece una performance cautivadora, transmitiendo la desesperación, la frustración y la lucha moral de un hombre que cree en el baloncesto, pero que se ve obligado a cuestionar sus principios. Su retrato de un entrenador consumido por la responsabilidad es creíble y emocionalmente resonante. Sin embargo, la película no profundiza lo suficiente en la dinámica del equipo, dejando a algunos personajes secundarios poco desarrollados. Se percibe, en ocasiones, una superficialidad en la caracterización de los jugadores, reduciéndolos a meras herramientas para el éxito deportivo.

El guion, escrito en gran medida por Hancock y Bob Pembroke, presenta un dilema moral bien planteado. La tentación de “ganar a cualquier precio” es palpable y la película no evade la ambigüedad de la situación. No obstante, el desarrollo de las tramas secundarias, como la lucha de Leland por mantener la fe en sus jugadores más modestos o la relación con su esposa, podría haber sido más sólida. Los diálogos, aunque efectivos en la creación de tensión, a veces se sienten un poco expositivos, con un tono a porciones que resta naturalidad a la conversación. La película se centra demasiado en la lógica del negocio, dejando que el componente humano del equipo quede en segundo plano. La secuencia final, aunque intenta ofrecer una reflexión final, resulta algo apresurada y poco satisfactoria, incapaz de resolver completamente las dudas planteadas.

A pesar de sus deficiencias, “Ganar de cualquier manera” posee una cierta dignidad moral. La película, aunque no alcanza la excelencia cinematográfica, invita a la reflexión sobre los límites de la ambición y la importancia de la integridad en el deporte y en la vida. El tema de la corrupción y la presión por el éxito son universales y la película, aunque no ofrece soluciones fáciles, nos obliga a cuestionar los valores que estamos dispuestos a sacrificar por el logro.

Nota: 6/10