“Garfield: La película” es una incursión en un territorio que, esperemos, solo sería un breve paréntesis en la extensa y consolidada carrera del gato más famoso del mundo. La premisa, que implica que Garfield se vea arrastrado a una vida de riesgo y aventura, parecía, en principio, un riesgo demasiado grande. Sin embargo, la película, lejos de ser un fracaso monumental, logra un equilibrio sorprendente entre humor absurdo, elementos familiares y, en ocasiones, hasta un toque de corazón. El director, Mark Dindal, ha sabido capitalizar al máximo el potencial cómico de Garfield, recurriendo a la slapstick más evidente, pero también a situaciones inesperadas que, paradójicamente, funcionan bastante bien.
El corazón de la película reside, evidentemente, en la interpretación de Chris Pratt como Garfield. Pratt ha superado con creces las expectativas iniciales. Le aporta al personaje una torpeza adorable y un humor que, si bien recuerda a las caricaturas originales, se adapta sorprendentemente a la narrativa de la película. Su Garfield es un gato codicioso, terco y profundamente egoísta, pero también vulnerable, que lucha por aceptar un cambio radical en su vida. La química con el también joven Owen Wilson, quien interpreta a Vic, el padre perdido de Garfield, es notable. Wilson logra crear un personaje callejero y desaliñado con una sinceridad que contrasta con la opulencia del mundo de Garfield. La relación entre ambos es el motor principal de la historia y se construye de forma convincente.
El guion, aunque no alcanza la profundidad emocional de otras comedias familiares, mantiene un ritmo ágil y constante. Se centra en el viaje de Garfield, más que en la resolución del atraco en sí, que se convierte en un simple vehículo para la acción y el humor. Algunas subtramas, como la historia de amor de Odie, son un tanto descuidadas y podrían haber tenido más desarrollo. Sin embargo, la película logra evocar la nostalgia de aquellos que crecieron con las tiras cómicas de Garfield, reincorporando referencias y guiños a la cultura pop del personaje.
Visualmente, “Garfield: La película” es competente, aunque no particularmente memorable. Los efectos especiales son efectivos, y el diseño de producción recrea con fidelidad el ambiente de una ciudad estadounidense donde la opulencia y el caos conviven. El estilo de animación, similar al de DreamWorks, es fluido y dinámico, adaptándose bien a las escenas de acción y a los momentos más cómicos. No obstante, la paleta de colores, por veces excesivamente brillante, puede resultar un poco estridente.
En definitiva, "Garfield: La película" es una comedia familiar divertida y entretenida, que cumplirá con las expectativas de los fans del gato más famoso del mundo. Aunque no es una obra maestra del cine, ofrece un buen rato y, sorprendentemente, demuestra que Garfield puede ser más que solo una tirada cómica; puede ser un personaje capaz de generar una historia con potencial para conectar con el público.
Nota: 7/10