Gator el confidente (1976)

“Gator el confidente” es un retorno sorprendente, y francamente, refrescante, para Burt Reynolds. Más allá del mito que rodeaba su personalidad, la película revela un director con una visión particular, una sensibilidad sureña y un deseo palpable de contar una historia que va más allá del simple espectáculo de acción. Reynolds no solo vuelve a interpretar a Gator Brooks, el contrabandista de "White Lightning", sino que, con esta obra, establece un nuevo capítulo en su carrera, uno donde se asume la responsabilidad creativa. Y, en general, se trata de un proyecto que, pese a sus imperfecciones, merece ser apreciado.

La película se centra en la investigación de Gator sobre la conexión entre un político corrupto, el senador McCready, y un brutal estallido de violencia que sacude una pequeña ciudad del sur de Estados Unidos. El guion, aunque no llega a ser revolucionario, es funcional y establece un ritmo adecuado. Las tramas secundarias, con algunos personajes que parecen sacados de un relato de viejas costumbres, a veces se sienten algo forzadas, pero el núcleo narrativo, la investigación de Gator, es lo suficientemente robusto como para mantener el interés. Hay momentos de tensión bien construidos y, lo que es más importante, la película se mantiene en un terreno moralmente ambiguo, donde la justicia no es necesariamente blanco o negro.

La dirección de Reynolds es donde la película realmente brilla. Aunque no se trata de una obra maestra, la sensibilidad sureña es innegable. Reynolds no rehúye de lo visual: la cinematografía de David Kushner es exuberante, con colores vibrantes y un uso inteligente de la luz natural que evoca la atmósfera del sur profundo. La película no busca espectacularidad, sino una sensación de autenticidad que se logra a través de la banda sonora, la fotografía y el encuadre. Se nota que Reynolds se esfuerza por capturar la esencia de la región y sus gentes, lo que se refleja en los diálogos, las expresiones faciales de los actores y la ambientación.

Las actuaciones son sólidas. Burt Reynolds, por supuesto, es inconfundible como Gator. Recupera con éxito la complejidad del personaje, mostrando su lado cínico y, a veces, vulnerable. El joven James Guercio, como el corrupto senador McCready, ofrece una interpretación convincente, transmitiendo tanto la ambición despiadada como la vulnerabilidad de un hombre atrapado en su propia red de engaños. El resto del elenco, con rostros familiares del cine de bajo presupuesto de los 70, complementa la narrativa con actuaciones naturales y sin pretensiones.

Sin embargo, "Gator el confidente" no está exenta de fallos. El ritmo puede ser irregular, con momentos de acción comprimidos y otros que se prolongan innecesariamente. Algunos diálogos son un poco torpes y, en ocasiones, la película se adentra en clichés del género del western moderno. No obstante, estos detalles menores no impiden que la película sea una experiencia disfrutable, especialmente para aquellos que aprecien el cine independiente y la sensibilidad de un director que se atreve a explorar sus propios límites.

Nota: 7/10