Gatos (2018)

“Gatos” no es la comedia aniñada que algunos podrían esperar a partir de su premisa sencilla: un gato, Blanket, debe superar su miedo ancestral para rescatar a su hijo Cloak. La película, dirigida por la relativamente desconocida Amelia Reyes, sorprende por su atmósfera contemplativa y su exploración más profunda de la soledad, el trauma y la búsqueda de la conexión. Reyes construye un mundo visualmente rico y evocador, utilizando una paleta de colores apagados que refuerza la sensación de melancolía y la persistente sombra del pasado.

La dirección de Reyes se distingue por su lentitud deliberada. Cada toma respira, permitiendo que la cámara se centre en los ojos de los felinos, transmitiendo sus emociones con una sutileza admirable. Esto, a veces, puede sentirse un poco lento, especialmente para aquellos acostumbrados a la acción frenética. Sin embargo, esta deliberación es crucial para el tono general de la película, que prioriza la introspección y la comprensión de las motivaciones de los personajes. Reyes se aleja de los clichés del género animal y, en cambio, se adentra en la psicología felina con una honestidad refrescante.

El reparto animal, liderado por Biscuit (Blanket) y Pixel (Cloak), es, en su mayor parte, impresionante. Biscuit, un gato atigrado, ofrece una interpretación matizada y conmovedora de Blanket, quien, a pesar de su evidente miedo, alberga un profundo amor por su hijo. Su actuación transmite un sentimiento de vulnerabilidad y arrepentimiento que es fundamental para el desarrollo de la trama. Pixel, interpretado por un joven gato siamés, aporta una inocencia y curiosidad que contrasta de forma efectiva con la desesperación de su padre. La gata Macaw, una anciana calicó, interpretada magistralmente por el veterano actor felino, Sterling, es una figura de sabiduría y fortaleza, actuando como el contrapunto perfecto para la inexperiencia de los jóvenes gatos. La química entre ellos es palpable, realzada por un guion que se centra en la comunicación silenciosa y el desarrollo de la confianza.

El guion, coescrito por Reyes y Ben Carter, es menos brillante, aunque presenta algunos momentos genuinamente conmovedores. El viaje de Blanket hacia el paraíso de los gatos, aunque previsible, se siente motivado y se desarrolla de manera lógica. Sin embargo, el diálogo, principalmente dirigido al espectador a través de una narración off-screen, es a veces un poco torpe y repetitivo. Se centra demasiado en la justificación del sentimiento de pérdida de Blanket, dejando de lado la exploración de las complejidades de su pasado. El “paraíso de los gatos” en sí mismo, representado por un oasis de color y abundancia, resulta ser un tanto superficial y un poco simplista. Se podría haber profundizado en la naturaleza de este lugar mítico, dándole un significado más allá de la mera recompensa para los felinos errantes.

A pesar de estas pequeñas deficiencias, "Gatos" es una película interesante y emocionalmente resonante. Es una historia sobre el amor paternal, la superación de los miedos y la búsqueda de la redención, contada a través de las miradas y las acciones de un grupo de gatos. Es un homenaje a la conexión animal y una meditación sobre la naturaleza humana a través de los ojos de los animales.

Nota: 7/10