Géminis (2019)

“Géminis” es una propuesta cinematográfica audaz y perturbadora, un thriller de acción que explora las profundidades de la identidad, la mortalidad y la naturaleza de la violencia. Dirigida por Jake Gyllenhaal, quien también protagoniza, la película se distingue por su ambición y, en ocasiones, por una ejecución que resulta deliberadamente desconcertante. Gyllenhaal, además de actor, ha demostrado su versatilidad al tomar las riendas creativas, creando una atmósfera tensa y claustrofóbica que se impregna en cada escena. El resultado es una experiencia cinematográfica singular, aunque no precisamente fácil de digerir.

La película no rehuye la violencia, pero no la presenta como un espectáculo. La brutalidad está integrada en la narrativa de una manera inquietante, mostrando las consecuencias brutales de la existencia de dos versiones de la misma persona. La dirección de Gyllenhaal es magistral en la creación de la sensación de inminente peligro. Se evita el uso excesivo de efectos especiales o de planos grandilocuentes, optando por una estética minimalista, casi documental, que intensifica el horror psicológico. La fotografía, a cargo de Lachlan McLellan, es sombría y contrastada, creando sombras largas y reflejos que sugieren la fragmentación mental del protagonista. Las secuencias de acción, aunque pocas, son coreografiadas con precisión y realismo, evitando la glorificación y enfatizando el impacto físico y emocional de la violencia.

Las actuaciones son impecables. Gyllenhaal ofrece una interpretación formidable como Henry Bogan, mostrando su deterioro físico y mental con una intensidad que va más allá del simple rol. Su actuación es sutil, pero profundamente conmovedora, transmitiendo el dolor, la frustración y el miedo de un hombre al borde del abismo. Junto a él, Neal Cassady se destaca como el clon más joven, Samuel, interpretando la ambivalencia de un ser que, aunque similar a su predecesor, lucha por definir su propia existencia. La química entre ambos actores es palpable, dando vida a una dinámica de rivalidad, confusión y, quizás, cierta empatía. La película no se centra en la explicación de por qué existen los clones, sino en el impacto de su existencia en la psique de Henry y Samuel.

Sin embargo, “Géminis” no está exenta de fallas. El guion, aunque inteligente en su planteamiento conceptual, a veces se siente demasiado denso y ambiguo, dejando algunas preguntas sin respuesta y ralentizando el ritmo narrativo. La falta de contexto sobre la creación de los clones y la motivación detrás de la misión son elementos que podrían haber enriquecido la historia. A pesar de esto, la película logra crear una atmósfera de suspense constante y ofrece una reflexión inquietante sobre la identidad y la moralidad. El final, deliberadamente abierto, invita a la reflexión y a la discusión. Es un final que no satisface por completo, pero que es coherente con el tono general de la película. “Géminis” es una obra que requiere de la atención del espectador y que ofrece una experiencia cinematográfica memorable, si bien no fácil de olvidar. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 7.5/10