Gente corriente (1980)

“Gente corriente” (2014), dirigida por Richard Linklater, no es una película que te impacte de golpe; es una experiencia cinematográfica que se acumula lentamente, como el peso del silencio y la culpa que oprimen al protagonista, Conrad White. La película, situada en el pequeño pueblo de Kerrville, Texas, se centra en la existencia monótona y enraizada de un hombre tras la pérdida devastadora de su hermano, lo cual la convierte en un retrato introspectivo y a menudo incómodo de la vida moderna.

La dirección de Linklater es magistral en su quietud. No busca efectos especiales o dramatizaciones forzadas, sino que se centra en la observación detallada de los personajes y en el ritmo pausado de la vida cotidiana. El director sabe crear una atmósfera densa y opresiva, que refleja la angustia emocional de Conrad. La fotografía, con sus tonalidades apagadas y sus largos planos secuencia, contribuye a esta sensación de aislamiento y melancolía. Se percibe una dirección que busca capturar la esencia de la tristeza no como un evento puntual, sino como una manera de ser.

La actuación de Jesse Eisenberg como Conrad White es, sin duda, el pilar principal de la película. Eisenberg ofrece una interpretación sutil, pero increíblemente poderosa, transmitiendo la desesperación, la incomprensión y la vulnerabilidad del personaje. Su Conrad es un hombre retraído, que se comunica con el mundo a través de la ironía y el sarcasmo, pero que en el fondo anhela conexión y afecto. Es un personaje complejo y profundamente humano, que te lleva a empatizar con él a pesar de sus defectos.

El guion, coescrito por Linklater y Jay Duplass, es delicado y preciso. Evita los clichés del melodrama y se centra en los pequeños detalles de la vida diaria, que revelan la profundidad del dolor y la dificultad de superar una pérdida. Las conversaciones entre Conrad y su madre, interpretada por Lori Bassey, son especialmente notables por su frialdad y su falta de comunicación. No hay consuelo ni soluciones fáciles; simplemente se reconocen los silencios y se toleran las heridas. La relación entre Conrad y la barista, Lena (Keira Knightley), es construida con naturalidad, no como un escape sentimental, sino como una oportunidad, por mínima que sea, de romper la rutina y enfrentarse a la posibilidad de la felicidad.

Aunque la película puede resultar lenta para algunos espectadores, “Gente corriente” es una obra maestra de la introspección. No ofrece respuestas fáciles ni conclusiones definitivas, pero sí nos invita a reflexionar sobre el significado de la pérdida, la importancia de las relaciones humanas y la dificultad de encontrar sentido en un mundo cada vez más impersonal. Es una película que permanece en la mente mucho después de que termina, invitándote a cuestionar la “gente corriente” que te rodea y a buscar la autenticidad en un mundo que a menudo la oculta.

Nota: 8/10