Get Real (1998)

“Get Real” no es una película que te impacte de inmediato, pero una vez que te sumerges en la cruda realidad adolescente que presenta, se revela como una obra conmovedora y sorprendentemente honesta sobre la búsqueda de la identidad y la lucha contra las expectativas sociales. Dirigida con sensibilidad por Jim McKay, la película se centra en Steven Carter, un joven de 16 años que se ve atrapado entre la presión familiar, la confusión sexual y la desorientación general de la adolescencia. La película no se aferra a clichés ni a dramas grandilocuentes; en cambio, se enfoca en la vida cotidiana, en las pequeñas frustraciones y en las relaciones interpersonales que hacen que la adolescencia sea tan compleja.

La dirección de McKay es notablemente natural. Evita el melodrama y se centra en capturar la autenticidad de los personajes. Las escenas de la escuela son realistas, sin artificios, y se sienten como si estuvieras observando un fragmento de la vida real. La banda sonora, compuesta por Michael Silverblatt, complementa a la perfección el tono melancólico y a veces esperanzador de la película. Sin embargo, es la dirección artística, con sus colores apagados y su ambientación en un pueblo pequeño, la que realmente ayuda a crear la atmósfera de incomodidad y alienación que experimenta el protagonista.

El núcleo de la película reside en la interpretación de Ben Foster como Steven. Foster ofrece una actuación increíblemente sutil y convincente. Transmite la frustración, la inseguridad y la vulnerabilidad de un joven que está tratando de entenderse a sí mismo y encontrar su lugar en el mundo. Su interpretación no es grandiosa ni recatada, sino que se basa en la honestidad emocional y en la capacidad de transmitir las emociones a través de la mirada y el lenguaje corporal. El desarrollo de su personaje es gradual y creíble, y la evolución que experimenta a lo largo de la película es el corazón de la historia.

La relación entre Steven y John, interpretado por Patrick Fugit, es especialmente interesante. No es una historia de amor convencional, sino más bien una lucha por la aceptación y la amistad. Sus interacciones están marcadas por la incomodidad, la timidez y la falta de comunicación, lo que refleja la dificultad de expresar las verdades más importantes. La química entre Foster y Fugit es palpable, aunque no siempre se basa en el romance romántico tradicional. La amistad entre ellos es un refugio para ambos, un espacio donde pueden ser ellos mismos sin temor a ser juzgados.

Sin embargo, la película podría haber beneficiado de un guion ligeramente más ambicioso. Aunque la historia es sólida, en ocasiones se siente un poco limitada y predecible. Algunos de los personajes secundarios, como la madre de Steven, son algo planos y carecen de profundidad. A pesar de esto, “Get Real” es una película que te hace reflexionar sobre la importancia de la autoaceptación, la amistad y la búsqueda de la identidad. Es una película que, aunque no es grandiosa, es honesta, conmovedora y, sobre todo, humana. Un retrato sutil pero potente de la adolescencia y las dificultades inherentes a la búsqueda de uno mismo.

Nota: 7/10