Ghost Child (2013)

“Ghost Child” no es una película que te asuste con sustos fáciles ni con efectos especiales ostentosos. Su fuerza reside en la atmósfera opresiva que construye, un relato de terror psicológico sutil pero profundamente inquietante que se aferra a la mente del espectador mucho después de que terminan los créditos. La dirección de Mark S. Roberts es, en mi opinión, impecable. El ritmo deliberadamente pausado, la iluminación sombría y el uso del sonido, con sus silencios prolongados y sus inquietantes distorsiones, contribuyen a crear una sensación de incomodidad constante y una palpable sensación de que algo terrible está acechando en cada esquina de la casa.

La película se centra en la difícil transición de Kim, interpretada con una vulnerabilidad conmovedora por la actriz Choi Eun-sook, tras la pérdida de su madre. La introducción de Na, interpretada por la también talentosa Park Ji-young, es cuidadosamente orquestada, generando desde el principio una mezcla de simpatía y sospecha. La actuación de Park Ji-young es particularmente destacable, logrando transmitir una amabilidad forzada que solo acentúa la creciente sensación de que hay algo oculto en su persona. La química entre ambas actrices es crucial para el desarrollo de la trama, ya que el conflicto entre ellas no es solo una disputa familiar, sino una lucha por el alma de la casa y la supervivencia de la familia.

El guion, adaptado de un cuento de fantasía coreano, es donde la película realmente brilla. La historia explora temas de duelo, reemplazo, y la persistencia del pasado, tejiendo una narrativa compleja que evita caer en clichés del género. La película se toma su tiempo para revelar la verdad, dejando que la incertidumbre y la paranoia giren a su alrededor hasta el final. Sin embargo, admito que el ritmo, aunque intencionalmente lento, puede resultar tedioso para algunos espectadores. Algunos momentos podrían haberse beneficiado de una mayor claridad en la exposición de la historia y de una mayor profundidad en la exploración de los personajes secundarios.

El horror, como he dicho, es más psicológico que visceral. El verdadero terror reside en la sensación de que la familia está atrapada en un ciclo de dolor y que la casa misma está poseída. La cinematografía es excelente, utilizando los espacios interiores de la casa como una prisión metafórica, intensificando la claustrofobia y el sentimiento de desamparo. La película se atreve a explorar la oscuridad del pasado familiar de Choon, revelando secretos que han estado enterrados durante mucho tiempo. El final, aunque ambiguo, es satisfactorio y recuerda al espectador la fragilidad de la memoria y la capacidad del pasado para perseguirnos, incluso en la muerte.

Nota: 7/10