Ghost Rider: El motorista fantasma (2007)

“Ghost Rider: El motorista fantasma” es una película que, al menos en su estreno, generó una intensa controversia. Si bien el título atrajo un público específico, especialmente los aficionados al cómic de Marvel y a las espectaculares acrobacias en moto, la película, tras una re-evaluación con el paso del tiempo, se revela como un esfuerzo interesante, aunque fundamentalmente fallido en su ejecución. La película se aferra a la premisa del pacto con el diablo, un concepto que ofrece un punto de partida prometedor para una narrativa de redención y confrontación moral. Sin embargo, la dirección de Mark Steven Johnson no logra maximizar el potencial de la idea central, quedando atrapada en una serie de secuencias de acción impresionantes pero desconectadas de un desarrollo argumental sólido.

Nicolas Cage, como Johnny Blaze, entrega una actuación comprometida, aunque a veces oscila entre la intensidad necesaria para el personaje y un exceso de expresividad que resulta un poco artificioso. Se puede apreciar su empeño en transmitir el conflicto interno de un hombre que ha pagado un alto precio por sus ambiciones, pero el guion no le ofrece suficientes herramientas para profundizar en ese personaje. Eva Mendes, como Roxanne, es una presencia agradable, aunque su rol se limita a ser la interés romántica y la voz de la razón en la vida de Blaze. El resto del reparto, incluyendo a experto en efectos especiales, Michael Keaton (en un papel breve pero memorable como el diablo), y Lance Henriksen, son competentes, pero no logran destacar significativamente.

El guion es, sin duda, el principal punto débil de la película. Se siente apresurado y carente de profundidad. Las líneas de diálogo son a menudo torpes y las motivaciones de los personajes no siempre son claras. Se intenta crear un drama moral complejo, pero la trama se resuelve de forma demasiado simplificada, evitando confrontaciones internas significativas o dilemas éticos realmente atractivos. Las escenas de acción, coreografiadas magistralmente con la participación de Nicolas Cage en las propias acrobacias, son sin duda el principal atractivo de la película. Estas secuencias, que incorporan el icónico disfraz del Ghost Rider, son visualmente impresionantes y satisfacen el deseo del público de ver al personaje en acción. Sin embargo, se sienten a menudo insertadas en la narrativa de forma aleatoria, perdiendo su impacto dramático. Además, la película tropieza con el tono, oscilando entre el horror sobrenatural y la comedia negra, sin lograr un equilibrio convincente.

En definitiva, “Ghost Rider: El motorista fantasma” es una película que ofrece entretenimiento visual, pero no logra cumplir con las expectativas generadas por su premisa y su origen en el icónico cómic de Marvel. La dirección es competente pero carente de visión, las actuaciones son correctas pero no memorables, y el guion es un error. Se puede disfrutar como un espectáculo de acrobacias y efectos especiales, pero no se puede recomendar como una obra de arte cinematográfica. Es un intento interesante, pero un intento que, en última instancia, se queda corto.

Nota: 5/10